domingo, 26 de febrero de 2012

Capítulo 16 - ¿Equivocarse?


Roger sentía que su sangre estaba en el suelo, empezando a manchar su propia camisa, ya destrozada. Apretó los dientes con fuerza cuando volvió a recibir una embestida de la garra en su espalda. Ahora no gritó, pero se mordió el labio inferior, sacando los colmillos y atravesándose su propio labio.

-¡¡Mátame ya, cabrón de mierda!! – gritó en un instante de rabia.

Y pareció que Robbie le hizo caso cuando abrió ampliamente la boca y se preparaba para morderle y despedazarle. Pero Alan llegó para saltar sobre él y agarrarle desde el cuello.

-¡¡Robbie!! ¡Soy yo! ¡Soy Alan! – decía mientras Robbie luchaba por quitárselo de encima - ¡Escúchame! ¡Me salvaste la vida, no vas a arrebatármela ahora! Y mucho menos a Roger.
-¡Allá voy! – Nefarian llegó corriendo mientras saltaba y le pegaba una patada en la cara al licántropo, haciendo que cayera al suelo desplomado y casi aplastará a Alan, que saltó a tiempo.
-No le hagas daño. ¡Es Robbie! – intentó explicarle Alan con aspavientos con las manos.
-¡Me da igual quién sea! ¡Mira como está Roger! – gritó Nefarian señalándole.

Alan dirigió una mirada hacia allá dónde señalaba el vampiro. Ver a Roger así le hizo ladear la cabeza y gritar de rabia. Roger seguía en el suelo, sin poder moverse y con la sangre borboteando en el interior de su boca.

Jeremy apareció de entre los árboles que habían alrededor del terreno. Su cara de horror al ver a Roger así casi parecía ser de tener a la muerte delante. Se arrodilló al lado de él y no supo como actuar.

-Yo… yo… - Se llevó las manos a la cabeza y luego se golpeó a si mismo - ¡Soy un gilipollas! ¡Todo esto es culpa mía! Si no me derrotarán con tanta facilidad. ¡Roger, lo siento!
-¡Deja de lamentarte y llevémoslos a la casa de Janiz! ¡Allí deben de tener vendas! – gritó Nefarian mientras agarraba a Roger, aunque este gemía de dolor al sufrir por todas las partes del cuerpo.

Pese a todos los intentos de Alan por convencer a Nefarian y a Jeremy de llevarse a Robbie, su cuerpo desmayado se quedó en el suelo. Alan sólo pudo verle mientras marchaba a lo lejos, cargando otra vez con Max. Aunque algo dentro de él le decía que hacía lo correcto. Sólo había que mirar a Roger.

Dos horas tardaron a llegar a la casa de los Stark. A Max lo ataron a una silla. A Jon lo tumbaron en su cama, junto a Janiz. A Roger lo colocaron sobre una mesa enorme que había en el salón, mientras le intentaban curar su espalda, aunque parecía imposible que dejará de gritar y de sufrir.

-Esto… debe de ser una broma. Decidme que es una broma – dijo Jeremy sentándose en el sillón, con las manos ensangrentadas.
-Tardará días e incluso semanas en recuperarse totalmente. Pero en una o dos horas se regenerara y por lo menos ya ha recuperado el movimiento de los brazos. Le he puesto en la habitación de Janiz – explicó Alan entre dientes mientras intentaba quitarse de encima la idea de que Roger siguiera así de por vida.
-Vamos a encargarnos de nuestro amigo Max – masculló Nefarian dirigiéndose hacia donde lo tenían atado.

Le despertó de un puñetazo en el estómago. Al principio lo vio borroso, pero luego distinguió a los tres chicos, reconociendo a Alan. Una sonrisa torcida se pinto en su rostro antes de soltar una corta carcajada.

-Menuda panda de imbéciles. Me vais a detener atándome, atontados ¿no? – dijo Max mientras comprobaba la resistencia de las cuerdas que unían su espalda con el respaldo de la silla – Pero parece que lo habéis hecho bien.
-¡Vas a decirme todo sobre Edward! ¡Su punto débil, sus preocupaciones, sus problemas, lo que le gusta comer y lo que no! ¡¡Todo!! - saltó Jeremy con brusquedad mientras golpeaba con fuerza la pared que estaba a su lado.
-Tranquilízate – dijo Max con sorna – Tú debes de ser el vampiro que quería matar a Marcus por intentar robarle a la chica ¿no? Mala suerte muchacho. Edward se ha cargado a Marcus en un visto y no visto. Con mi ayuda, claro.

Jeremy y Nefarian abrieron con brusquedad los ojos. Alan hizo un gesto de desagrado al volver a oír la misma frase: “Marcus ha muerto. Lo ha matado Edward”.

-Por la cara que habéis puesto es que no sabíais lo fuerte que era Edward y teníais muy sobrevalorado al paquete de Marcus – Comenzó a reír Max mientras parecía a punto de volcarse con la silla.
-¿Marcus no valía tanto como se hacia creer? – preguntó Jeremy intentando parecer confiando cuando en realidad estaba muerto de miedo.
-Pero ¿qué coño dices? ¡Marcus nunca ha válido nada y todo su grupo lo sabía! Pero nadie se atrevió a desafiarle al creerse la tapadera de Edward de segundo infranqueable. Ni siquiera Marcus se dio cuenta de que sólo le estaba utilizando para conseguir lo que siempre quiso. Ni siquiera todos ellos juntos podrían con Edward, supieran o no lo que él estaba haciendo a sus espaldas. ¡Edward sólo quería la fórmula de resurrección! Ya tenía su propio poder, sólo le quedaba cubrirse las espaldas mientras estuviera afectado por “la calavera”.
-¿”La calavera”? – preguntaron al unísono Jeremy y Nefarian.
-Por lo que me explicó Roger es una enfermedad que tienen algunos vampiros que impide que se regeneren y que tengan la inmortalidad. Durante cierto tiempo.
-¿Tú realizabas la fórmula? – preguntó Nefarian.
-¿Yo? Claro que sí. El resto de mi grupo es solo fuerza bruta. Edward, como líder, es el único que usa el cerebro. Y yo también.
-¿Líder? ¿Otro grupo? ¡¿Viene otro grupo de vampiros?! – gritó Jeremy.
-No. Mi grupo está dividido e infiltrado en distintos grupos. Están investigando y destruyéndolos desde dentro. Edward sólo quiere acabar con los más fuertes para que nadie se oponga a ellos. Luego matará a los humanos. Yo no me podía infiltrar porque soy muy malo para esas cosas, por eso Edward me avisó de que viniera justo antes de que Roger le matará.
-Edward ¿sabía del principio que iba a morir? – volvió a preguntar Jeremy.
-No. Me llamó para hacer una prueba. Mataría a uno de sus compañeros. Sólo me dijo que iba a ir con un compañero a hacer un juego. Después de terminarlo, le mataría y yo tenía que revivirlo.
-Iba a matarme a mí – dijo Nefarian – Yo iba con él.
-Pero también iba Roger – explicó Alan – Desde el principio Roger ha estado en el punto de mira de Edward. Y… ¿el licántropo? ¡¿qué tiene que ver él con todo esto?!
-Pues que somos pocos. Edward sabe que le vais a dar problemas. Especialmente Roger, porque parece ser que el que le convirtió fue un vampiro importante que sobrevivió a la destrucción de la Orden de los vampiros.
-¿Roger?

Eso era peor de lo que podía pasar. El más fuerte de ellos era muchísimo más fuerte de lo que había llegado a parecer. Lo peor encima es que no podía ni moverse.

-Estamos en un aprieto… - murmuró Alan – Necesitamos más ayuda, Jeremy.

Jeremy ladeó la cabeza con desesperación, mientras hacía un gesto. Luego, asintió.

-Max, ¿podrías contarnos ahora… por qué nos has contado todo esto?

Max sonrió. Se levantó sin ningún esfuerzo, porque la cuerda estaba floja.

-Porque sois unos imbéciles.


Janiz se había levantado minutos antes tras oír un puñetazo y un grito de Jeremy. Se levantó de la cama tras comprobar que su hermano estaba perfectamente. Salió con sigilo de la habitación y, cuando estuvo a punto de bajar las escaleras, observó que en su habitación se encontraba Roger. Se acercó. Él parecía estar dormido.

-Si vienes a disculparte, no tienes que hacerlo. Que este así no es culpa tuya – habló repentinamente Roger sin abrir los ojos.

Janiz se sobresaltó, pero luego se relajó mientras se sentaba en el bordillo de la cama.

-¿Qué te ha pasado, Roger? – preguntó Janiz con preocupación.
-Tu amigo el licántropo me ha desgarrado toda la espalda. Y aún tengo perdida la movilidad de las piernas – explicó para luego abrir los ojos y mirarla poniendo una sonrisa forzada – Eso sí ha sido culpa tuya.
-Lo siento – Janiz agachó la cabeza forzando a las lágrimas a no salir.

Roger la cogió de la mano.

-No es culpa tuya. Si lo que me duele no son las piernas – dijo intentando que Janiz sonriera. Ella lo hizo – Además, aunque yo no pude salvar a tu hermano de que lo dejarás seco, vino tu príncipe azul.
-¿Jeremy? – A Janiz se le iluminaron los ojos.

Roger si que sonrió esta vez.

-¿Hay otro príncipe azul? – rió con dificultad.
-Sí.

Eso si que sorprendió al vampiro, que hizo un gesto raro en la cara.

-Tú – sonrió Janiz abrazándole intentando no hacerle daño en la espalda.

Él estuvo a punto de corresponderla cuando un sonido de algo romperse se escuchó desde abajo. Ambos se separaron. Janiz se levantó de la cama.

-Max… - masculló Roger apretando los puños.

Janiz le miró de reojo y rápidamente corrió hacia allí, aunque Roger le gritará que no lo hiciera.

Alan había caído sobre un jarrón que había al lado del sillón. Al ver a Janiz dijo un bajísimo “Te lo pagaré”, para luego volverse hacia Max, que estaba esquivando los intentos de golpearle por parte de Nefarian. Notó que la agarraban por detrás y al instante estaba entre los brazos de Jeremy.

-Lo siento. Todo – dijo él casi en sollozos.
-Jeremy… No es culpa tuya. Ya has oído a Roger, estábamos fingiendo. Yo entendía que os fuerais – intentó consolarlo Janiz.
-Pero… si me hubieras avisado. No te habría pasado nada de esto – seguía él abrazándola con más fuerza.

Janiz se separó bruscamente, pero luego le dio un corto beso en los labios antes de mirar de reojo a Max.

-A Nefarian no le gustan las cursiladas. Deberíamos ir a ayudarle – explicó Janiz dándose la vuelta.
-Eh… eso es otro problema – dijo Jeremy tras ella – Heperi me ha hecho volver a ser humano.
-¿Qué? – saltó instintivamente Janiz girándose hacia él – Heperi ¿estamos hablando del mismo Heperi?
-Heperi no es un nombre que se use mucho. Estoy hablando de ESE Heperi. Es un brujo, como Alan – explicó.
-¡¡¿Me vais a ayudar, carajo?!! – gritó a lo lejos Nefarian justo antes de ser golpeado contra la pared.

Janiz y Jeremy se miraron, aunque luego dirigieron una mirada de sorpresa hacia Alan, que parecía tener un tic nervioso en la mano ya que era uno de los efectos secundarios que le afectaban tras recuperarse del mordisco que había recibido de uno de los gemelos. Janiz y Jeremy se dirigieron hacia Nefarian, pero Max se interpuso sin saber que Janiz estaba ya harta de él y de todas las peleas. Le hincó una patada en la entrepierna en cuanto lo tuvo delante. Max cayó al suelo de rodillas, con una cara descolocada por el fuerte dolor que había recibido en ese justo punto.

-¡Estoy harta de todo! Especialmente de ti, pervertido – gruñó Janiz dándole un rodillazo en la cara.

Max cayó al suelo con la cara desencajada, mientras que se podía ver una lagrimilla salir de sus ojos cristalinos. Jeremy dio un paso hacia atrás, muerto de miedo. Alan dejó de tener el tic nervioso de forma repentina. Nefarian parecía enfadado, pero estaba temeroso de lo que había hecho la chica.

-Podrías haberlo hecho antes ¿no? – gruñó Nefarian mientras se levantaba del suelo con problemas.
-Perdóname – murmuró Janiz casi con cara de cabreada.
-Es extraño que tu hermano no se levante después de todo este ruido – le dijo Alan desde su espalda.

Jeremy se encargó de poner a Max en la silla, mejor atado que antes. Janiz miró a Alan dispuesta a contestarle con un simple:

-Es de los que se quedan dormido y es imposible levantarlo.
-Oh…
-¡¿Estáis bien?! – se escuchó gritar desde arriba a Roger.
-¡Sí! – dijo con alegría Nefarian – Aunque casi me muero por culpa de estos vagos.

Nefarian parecía decirlo en serio, pero la sonrisa que ponía solo era una manera de decir “Que no, que es broma”

sábado, 18 de febrero de 2012

Capítulo 15 - Actúa como creas

Max soltó a Janiz mientras tiraba el bisturí. La bala le había atravesado la mano. A través de los barrotes de la celda, se podía ver claramente quien había disparado. Las lágrimas de felicidad de Janiz, empezaron a salir al ver a su hermano Jon con el arma en la mano y apuntando a Max.

-¡Pedazo de mierda! – gruñó Jon. Su ira se podía ver a kilómetros de distancia - ¡Me dijiste que intentabas ayudar a mi hermana no matarla, cabrón!
-¡¿Qué demonios haces aquí?! ¡Deberías estar donde te dije! – gritó Max adolorido mientras se agarraba la mano que había sido atravesada por la bala.
-Ha escuchado el grito de su hermanita – intervino Edward con suma tranquilidad – Como buen hermano mayor, ha venido a rescatarla. Y no me extraña viendo a este par de fracasados – añadió señalando a Roger y a Alan – Hoy hubiera tenido o no “la calavera”, no hubiera pasado nada.
-¿”La calavera”? – masculló Roger incrédulo.
-¿Qué es eso? – preguntó Alan en un susurro.
-Una enfermedad que tenemos algunos vampiros. Provoca que el vampiro que la tenga, pierda la inmortalidad y la capacidad de regeneración durante un período de tiempo, días exactamente – le explicó – Nunca imaginé que Edward la tuviera.
-Eso es bueno para nosotros ¿no?
-Lo sería si le actuará ahora. Si ha luchado contra Marcus debería de tener alguna herida grave, pero al no tenerla queda claro que se le ha regenerado.

Roger se levantó en ese justo momento y corrió hacia Max, para hacerle un gancho y luego patearle en la cabeza cuando iba a caer. Alan se levantó también rápidamente, pero se vio entorpecido cuando Edward se colocó entre él y Roger. Este reaccionó al instante golpeándole en la cara. Se oyó dos cosas que se rompían. Una eran los nudillos de Roger. Lo otro era la nariz de Edward.

Max se levantó con fiereza y cogió a Roger por la espalda, para luego estamparlo contra la pared con un grito de guerra. Roger gimió en el instante en que la pared se rompió con el impacto. Alan apartó de su camino a Edward con un simple empujón, y luego saltó sobre Max, cayendo ambos al suelo.

Edward se toqueteaba la nariz que parecía mostrar una hemorragia grave. Aunque a él le daba igual.

-Max, quédate tú. Tengo que detener tanta sangre o me pondré nervioso – dijo Edward desapareciendo en un visto y no visto.
-¡¡¿Qué?!! – gritó Max desde el suelo - ¡¡Cabrón!! ¡Traidor! ¡¡Sabes que no puedes contra ellos y te largas!! ¡¡Cobarde!!

Alan le calló con un puñetazo en la cara. Max quedó inconciente. Roger salió de entre los escombros de la pared y vio como Janiz estaba abrazando con fuerza a Jon. Escupió sangre para luego caer al suelo.

-No puedo volver a hacer esto – masculló entre gemidos de dolor.
-Tenemos que acabar con este – dijo Alan refiriéndose a Max.

Alan tenía la respiración bastante agitada, pero no tanto como la de Roger, que parecía estar a punto de sufrir un infarto en cualquier momento.

Roger elevó la cabeza para ver a Alan y luego hizo un gesto de afirmación.

Jon dejó la pistola en el suelo, pero luego se cortó con un viejo cristal que había al lado. Janiz se quedo paralizada.

-Roger – le llamó con miedo – Roger.
-¿Qué? – preguntó el susodicho mirándola.

Jon estaba confuso, los miró a ambos taponando la herida que se había hecho en la mano. Roger se levantó con brusquedad y cuando fue hacia Janiz está ya había sacado los colmillos.

-¡¡No!! – Roger tuvo que saltar sobre ella para impedir que se abalanzará sobre su propio hermano.

Alan comprendió enseguida y se alejó del cuerpo de Max para agarrar a Jon por la camisa y sacarlo de la celda bruscamente.

-¡Déjala! - gritó Jon a Roger desde fuera de la celda - ¡Suéltame! ¡La está atacando!
-¡No! Ella quería atacarte a ti – Al ver la cara de Jon, Alan continuó – Sé que es una locura, pero tú hermana es ahora una vampira novata. ¡No puede resistirse a la sangre!
-¿Qué? ¿Estáis locos? ¡¿Crees que me voy a tragar eso?! – gritó Jon.
-¡Hágame caso! – Alan le zarandeó con brusquedad.
-¡Janiz! ¡No quiero hacerte daño! – dijo Roger intentando contenerla en el suelo.
-¡Yo si que quiero hacerte daño! – gritó ella quitándoselo de encima.

Roger alzó una ceja, incrédulo. Janiz corrió hacia él y lo lanzó hacia el mismo hueco de la pared que ya había hecho él antes.

-¡¿De dónde coño saca esa fuerza?! – balbuceó Alan mirando lo que sucedía.

Janiz miró hacia la parte de fuera de la celda, haciendo que Alan se asustará y Jon se sorprendiera al ver esos ojos en su hermana. Janiz caminó con lentitud hacia la puerta de la celda, mientras que los otros dos parecían paralizados.

No. Estaban poseídos. La mirada de Janiz era de lujuria, no de ansia. Ni siquiera podían respirar con normalidad, ni balbucear, ni…

-¡Para, preciosa! – gritó Roger saliendo otra vez desde los escombros – Después de esta me voy a desmayar, así que no me lo pongas más difícil.

Janiz se giró y mostró los colmillos. Roger sólo se quedó quieto y luego se cayó repentinamente al suelo. Alan se sorprendió, pero no pudo mostrarlo porque su trance se lo impedía.

-Me he quedado paralizado – dijo Roger sin mucha convicción – Menuda mierda ¿eh?

Janiz siguió su camino hacia fuera de la celda. Alan recordó que tenía su libro de hechizos en el bolsillo, así que comenzó una batalla interna.

-¡Eh! ¿A dónde te crees que vas? – gritó Roger todavía en el suelo - ¡No me ignores, Janiz!

Ella no hacia caso, sólo caminaba con la misma tranquilidad que antes. Jon actuó sospechosamente, controlada por su hermana, levantando la mano con la herida justo en el momento en el que ella le cogió del brazo y ella le chupó la sangre.

-¡¡No!! – gritó internamente Alan abriendo bruscamente los ojos.

Al minuto siguiente Janiz se dispuso a morder a su hermano en el cuello. Pero fue agarrada del brazo y obligada a darse la vuelta, fundiéndose en un furtivo abrazo.

-Joder. Justo a tiempo ¿eh, Alan? – La voz de Nefarian seguía mostrando esa pizca de alegría que mostraba él.

Jeremy era el que abrazaba a Janiz con fuerza y cariño. Nefarian había aparecido para agarrar a Jon, que estaba a punto de caerse al suelo desmayado.

-Vaya. Si es el burlón – masculló Roger con dificultad desde el suelo.
-¿Eh? – Nefarian miró a Roger en el suelo dentro de la celda – ¿Y a ti que te ha pasado?
-¿A ti que te parece? Mi cuerpo se ha paralizado por todo el esfuerzo físico que he hecho. ¡Si está ahí ese maldito novio, que le quedé claro que he sido yo el que la ha mantenido con vida todo este tiempo, príncipe azul!
-Gracias – dijo él débilmente al notar que Janiz no hacia fuerza.

Cuando la separó de él, vio que ella estaba dormida. Sonrió. Alan también se tiró al suelo, estirándose. Nefarian dejó a Jon en el suelo y ayudó a Roger a mantenerse en pie, aunque no podía ni mover las piernas.

-Si es que… ¡sin nosotros no podéis hacer nada! – dijo con alegría.
-Y ese ¿qué? – Roger se refería a Max.

Nefarian vio a Max en el suelo y frunció el ceño.

-¿Quién es? – preguntó.
-Se llama Max. Es un vampiro que va con Edward. Luego te contaré más. ¡Ah! Y Edward está vivo.
-¡¿Qué?! – Nefarian se asustó.

Jeremy no sabía ni quién era Edward, por lo que no le dio mucha importancia. Estaba sentado en el suelo, sosteniendo a Janiz en sus brazos, mirándola con dulzura y acariciando su piel con suavidad. Se sorprendió al darse cuenta de que faltaba algo.

-¿Dónde está Elizabeth?
-Ni idea – dijeron al unísono Alan y Nefarian.
-Será mejor que les llevemos a todos a la casa de Janiz. Haremos creer a Jon que fue un sueño – explicó Roger intentando inclinar la cabeza.
-Buena idea – afirmó Jeremy levantándose sosteniendo aún a Janiz.

Tardaron lo poco en salir de ese lugar tan lúgubre, dándose a ver que se encontraban en una fabrica abandonada a las afueras del pueblo. Aunque había algo que no fueron capaz de saber…

Robbie seguía en la celda, gritando de dolor al notar que su cuerpo se desgarraba psicológicamente. Se sentía desfallecer y apunto de golpear la puerta de acero, cuando sus ojos comenzaron a soltar las lágrimas que él no quería ni sentir. Al final, golpeó la puerta con tanta fuerza ajena a él mismo, que la derribo destrozando la pared de alrededor con ella. Ya no era él.

-¡¡¿Qué me habéis hecho?!! – gritó con todas sus fuerzas al notar que se iba a transformar en esa bestia que él quería controlar - ¡Por favor! ¡No me hagáis esto! ¡No me…!

Ahora lo que hizo fue rugir con todas sus fuerzas.

-Oh, oh – musitó Edward apareciendo en el marco de la puerta del laboratorio - ¿Ya estás sintiendo el efecto? ¿Ya sientes toda esa fuerza que ningún licántropo a sido capaz de sentir? ¡Pues ahora aprovéchala y cárgate a los que creen que los licántropos no son nadie! ¡Aprovecha ese poder que te he dado y ayúdame a acabar con todos esos hipócritas: vampiros y mortales! Porque, ¡tú y yo acabaremos con todos ellos, Robbie! Tú, has nacido para esto.

Edward le guiñó un ojo y se hizo un lado para que Robbie pasará a toda velocidad, rompiendo la pared en su paso.

-Que bonito es verlos crecer – susurró para sí en cuánto notó que Robbie se encontraba bastante lejos – Y que bonito será verlos a todos morir. Estúpido.

Robbie corría rompiendo todo a su paso. Parecía  estar cabreado. Parecía estar enfadado. Pero estaba triste, sufriendo y luchando contra sigo mismo para parar a ese ser que se estaba apoderando de su cuerpo. A ese ser que era él.

Se detuvo al notar un olor extraño. Cuatro vampiros, un brujo y un mortal. El olor del brujo le resultaba del todo conocido: le había salvado la vida, del hombre al que ahora ayudaba. Pero debía matarle.

-¡Huele a licántropo! – gruñó Roger.
-Notaba un extraño olor – dijo Nefarian dejando a Roger en el suelo.

Jeremy corrió para llevar a Janiz y a Jon a un lugar más apartado, aunque luego volvió enseguida pese a ya no ser un vampiro.

-¿Son muchos? – preguntó Jeremy a Roger.

Roger pareció decir alguna palabrota. Estaba en el suelo, sin moverse y a él no le habían sacado de allí. Alan lo sabía, pero se calló.

-Solo uno – Se digno a decir.

Nadie lo vio venir. Robbie salió de la nada y arremetió contra Alan, que gritó en cuanto notó que algo le tocaba mientras tiraba el cuerpo del Max inconciente. Nefarian y Jeremy solo pudieron girar la cabeza a tiempo de ver como Robbie corría ahora hacia ellos y extendiendo los brazos, se los llevaba a ambos también por delante haciéndolos volar y caer otra vez contra el duro suelo.

Roger sintió el aliento en su nuca. Tragó saliva al notarlo cada vez más cerca. Estaba solo y no podía moverse. Quiso decir algo, pero creía que podía pasar inadvertido, hasta que sintió que las garras le acribillaron la espalda de forma desgarradora y su sangre chocaba contra el hocico del licántropo.

Y gritó de dolor con toda la fuerza que el miedo y el sufrimiento le permitió.

sábado, 7 de enero de 2012

Capítulo 14 - Solo

Marcus sintió un escalofrío, el primero que sentía en años. Hasta ahora, nunca se había percatado del miedo que trasmitía la sonrisa de Edward. El problema no era solo el hecho de todo lo que acababa de decirle el que creía su amigo, el problema era el simple hecho de que Edward estaba dispuesto a matarle y era más fuerte que él, y aunque pudiera, Max estaba detrás de Edward, dispuesto a defender al que supuestamente es su jefe.

-¿Me temes? – interrogó Edward casi con burla.

El silencio de Marcus se intensifico, por lo que dejaba claro que no estaba dispuesto a responder tanto un “no” mentiroso, como un “sí” de desventaja. Eso pareció enfadar a Edward, que hizo una mueca de disgusto y pizca de enojo, aunque Max parecía divertido por la situación en la que se encontraban. Un suspiro se escapó de los labios de el que decía ser teniente de la Orden de los vampiros, como si le cansará la situación o se estuviera aburriendo. Las dos cosas eran un problema para Marcus, porque, mientras Edward le traicionaba, contaba con la ayuda de Max; mientras que él… estaba completamente solo: Roger y Janiz le habían abandonado y ahora estaban inconcientes, sin contar que Ricky y Martín se encontraban muertos. Pero el silencio se cortó cuando Max abrió la boca para decir una tontería:

-Si no respondes, es porque le temes.

Un sudor frío le recorrió la espalda, en el mismo momento en el que Max se había colocado en un rápido movimiento tras él. Fue a reaccionar cuando por delante, Edward le cogió del cuello y lo elevó, dando una gran distancia del suelo. Marcus no era tonto y se resistió, aún sabiendo que Edward era muchísimas veces más fuerte que él. Pataleaba y se quejaba, mientra que con las manos intentaba alcanzar su cuchillo, pero su fuerza se debilitaba por momentos. Todo lo que hacía, provocaba que la sonrisa de Edward agrandara y empezará a reír levemente. Aunque Max no podía evitar parar de reír; se divertían viéndole sufrir.

Esa situación le había hecho replantearse seriamente lo que había estado haciendo todos estos años. El sufrimiento y la tortura no se podían tomar en broma, pero él si que se lo tomaba así. Edward si sabía lo que era, todos los vampiros de la Orden sabían todo por lo que había pasado, Marcus no era la excepción en saber lo del teniente. ¿Acaso eso le había hecho ser como era? Aún recordaba la primera vez que había sufrido, un recuerdo que siempre quiso olvidar, porque estuvo al borde de la muerte.

Si no recordaba mal, fue nueve años antes de ser vampiro. En ese momento, no había llegado siquiera a creer que existieran esos seres.

Él mismo paseaba por su casa, mientras que rozaba con la yema de sus dedos, las paredes del largo pasillo en el que llevaba media hora dando vueltas. Fue entonces cuando su hermano entró en la casa, totalmente mojado y empapado en agua, dándole a suponer que en la calle llovía bastante. Eso le alegro y decidió salir a la calle, aunque su hermano le recriminará que saliera y se pusiera enfermo. Él no hizo caso.

Como él pensaba, las calles estaban mojadas a más no poder, y con el agua corriendo por ellas o entrando en las alcantarillas. Pero lo que le importaba era que llovía, que podía dejar de pensar en que ya había suspendido cuatro materias y tendría que recuperarlas para obligarse a si mismo a no repetir. Caminó con paso ligero por las aceras, riendo como un loco y la gente mirándolo como eso. Hasta que no lo vio venir…

A partir de ahí, solo fue borroso. La espalda le dolía. La sangre se juntaba por salir de su boca. La gente se encontraba amontonada a su alrededor intentando reanimarlo. Hasta que se percato de la palabra clave que decía lo que había pasado…

Atropello.

Edward empezó soltar su agarre, para impulsarlo contra un montón de probetas que había allí.

-¡¡Oye!! ¡Que eso si que es mío! – se quejó Max al ver como la mitad se hacían añicos.

La mirada de crueldad que le lanzó Edward como respuesta, ahuyentó las ganas de enfadarse que tuviera Max. Marcus solo intentó levantarse en un intento furtivo, pero el cuerpo estaba paralizado más por miedo que dolor. La suerte no estaba de su lado, eso seguro. Si algo sabía por seguro es que iba a morir ahí y ahora, pero lo haría defendiéndose con el orgullo herido y la venganza por todo esos años engañado en una amistad falsa.

-Fui el líder de este grupo por algo… - masculló levantándose con fuerza de voluntad.

Edward pareció escucharlo, porque rió gravemente y con un leve toque a prepotencia.

-¡Sí! ¡No era “por algo” era “por alguien”! ¡¡Yo!! – gruñó mientras se acercaba a él y le pegaba un puñetazo en la cara.

Marcus le devolvió el golpe y seguido le agarro de los brazos, para pegarle un rodillazo en el estómago. Edward no lo recibió con gracia y le volvió a golpear en la cara, pero luego le pegó otra vez en el estómago, para después darle una patada en la rodilla, haciendo que tambaleará y casi se cayera. Pero no cayó, porque Edward detuvo la caída pegándole un rodillazo en la cara. Max se divertía y se molestaba consigo mismo por no haber traído palomitas o un refresco para ver el espectáculo.

-Sabes que no puedes contra mí – le dijo Edward en un susurro al lado de su oído – No podrías ni con Roger.
-Pues yo te lo traje – rió escupiendo sangre.
-Es posible que haya sido porque estaba furioso y eso le cegaba.

Marcus se cabreó y le pegó un puñetazo en la barbilla con tanta fuerza que hizo que Edward volará, literalmente, hacia arriba. No esperaba que al caer, lo hiciera transformado y encima de él.

-Si hubiera barro en el suelo, sería perfecto – se divertía Max.

Edward aprovecho que estaba sobre él, para poder pegarle repetidas veces en la cara. Marcus casi no podía defenderse, por lo que en un descuido, saco su cuchillo del bolsillo y le hizo un corte limpio en el cuello a Edward. Este tuvo que reaccionar tapando la herida con una mano, impidiendo la hemorragia que se avecinaba. Marcus aprovecho y, forzando la pierna, levantó a Edward, para volver a estar ambos de pie.

-Menuda mierda me has hecho el cuello ¿eh? – parecía reírse Edward.

A Marcus no le hizo gracia alguna y coloco delante de su propia cara el cuchillo, de forma que amenazará a Edward. Una mueca de falsa impresión cubrió la cara del antiguo teniente. Marcus se dirigió a encajar el cuchillo en el corazón de Edward, pero este no se lo permitió y esquivo el ataque, pero no pillo a tiempo la segunda embestida. El cuchillo atravesó por completo el pecho de Edward, pero no llego ni a rozar su corazón. Marcus abrió los ojos con brusquedad, al notar algo que no iba bien. Escupió un montón de sangre en el suelo, y cuando se quiso dar cuenta, Max terminó el trabajo subiendo su bisturí, cortando el corazón de Marcus en dos…

-¡No salgas! ¡Esta lloviendo! ¡Te pondrás enfermo!
-¡Venga ya! ¿Qué de malo podría pasar?

¿Un efecto mariposa?


Al no haber sido atravesado con una estaca, el cuerpo inerte de Marcus cayó al piso. Max sonrió victorioso mirando el bisturí, mientras Edward solo observaba el cadáver y luego asesinaba con la vista a Max.

-¡¿Qué?! – gruñó él - ¡Te he salvado la vida!
-La cosa me iba bien – zanjó Edward con intención de salir del laboratorio.
-¿Te iba bien? ¡Casi te clava ese cuchillo en el corazón! – se enfado.
-Me hubieras revivido.
-¡No me vengas con esas! ¡No voy a estar todos los días reviviéndote porque empieces a dejar de tener cuidado!

Edward ignoró lo último y se dirigió a las celdas. Max no se había porque se dirigía ahí, por lo que le pregunto.

-Marcus dijo que trajo a Roger. Me voy a vengar – le respondió.

Le sorprendió al llegar, que los tres, inclusive Alan, estuviesen concientes y que principalmente el brujo pareciese estar perfectamente. La sorpresa de los tres no se hizo esperar, pero lo que más le impactaba era que estuviese sonriendo.

-¿Qué? ¿No os esperabais verme vivo? – rió Edward cerrando los ojos.
-Yo... yo...
-No hace falta que lo digas, Roger. Tú me mataste. No hay explicación alguna para que yo este vivo. Excepto, la fórmula de revivir que guardaba el difunto Marcus.
-¡¡¿Marcus esta muerto?!! – gritaron los tres con miedo.
-Me lo he cargado – dijo tan tranquilo.
-¿Tú? ¿Por qué? – preguntaba Janiz sin saber como reaccionar.
-Lo estaba utilizando y ya no me servía. ¿Qué iba a ser si no?

Edward parecía estar tranquilo, y hasta contento.

-Eso explica el por qué te dejabas mandar por alguien más débil que tú, como Marcus – dijo Janiz casi con furia.
-Si que eres lista – dijo Edward mirándola con picardía.

Miro de reojo a Roger, que estaba casi en shock. Sus manos temblaban levemente y observaba cada uno de sus movimientos. Si había matado a Marcus, no dudaría en matarle a él por venganza.

-¿Qué te pasa, Roger? ¿Sabes que vas a ser tú el primero de los tres al que tenga que torturar?

Roger solo tragó saliva. El miedo se veía claramente a través de sus ojos. Max ladeó la cabeza y no conseguía comprender del todo, ya que él solo supo que tenía que revivir a Edward, no le dijeron quien le había matado. Y quien lo había matado estaba a punto de entrar en pánico, cuando Edward abrió la celda con fuerza, para entrar dentro. Todos, instintivamente, dieron un paso hacia atrás. Alan reaccionó llevándose la mano a los puntos de la herida cerrada, con miedo a que le volvieran a morder. Janiz, en cambio, miraba de reojo a Roger, asegurándose de que no se dejará llevar por el miedo a morir. Pero Roger solo estaba pensando en lo bien que le hubiera ido si no hubiera sido vampiro, o no hubiera osado tocar a Edward y peor aún, matarlo tras haberlo atacado por la espalda.

-Max – le llamó Edward – Tú te encargarás de Janiz.
-¿Y el brujo? – preguntó este señalando al chico.
-Es el más débil.

Alan se cabreó por eso, aunque a Roger le cabreó aún más que fueran tan desgraciados de ir a por Janiz. No pensaba dejarse torturar tan fácilmente, y mucho menos, que también torturarán a la chica. Primero la convierten en contra de su voluntad y ahora pretendían cargársela, eso no lo iba a permitir. Aunque, ninguno de ellos esperaba que Max hiciese de las suyas y ya tuviera a Janiz cogida por la espalda y estampada contra la pared, en una posición que hacia pensar mal de las intenciones del científico. Alan fue el primero que se movió para hacer algo, ya que no iba dejar que la tocarán con tanta facilidad. Levantó la pierna y se dispuso a pegarle una patada, pero Edward fue más rápido y se la cogió, con una sonrisa de triunfador. Ahora fue Roger quien se dirigió a atacar a Max, aprovechando que Edward estaba reteniendo las patadas del otro chico. Desgraciadamente, Max tenía en su poder el cuchillo de Marcus y no dudo en darse una pequeña vuelta sobre si mismo, para lanzársela a Roger, clavándosela en la pierna y haciendo que cayera.

Segundos después, Alan ya estaba volando contra la pared y Edward cogiendo por la camisa a Roger, haciendo que se levantará con brusquedad. El joven vampiro no se dejo y pateo a Edward en una acrobacia. Alan se levantó con bastante rapidez, sorprendiéndose a si mismo, aunque, no se detuvo a pensarlo dos veces. Corrió a socorrer a Janiz, pero el cuerpo de Roger chocó contra él y ambos cayeron al suelo.

Fue entonces, cuando Janiz no aguantó y pegó un grito que se escuchó por toda la base. Imposible que nadie lo hubiera oído.

-Shhhh – la mandó a callar Max con falsa tranquilidad, al lado del oído de la chica.

Roger estaba cada vez más cabreado, y se preguntaba si Jeremy solo tenía a Janiz como un antojo y tendría que ser él, el que siempre la protegiera. Se levantó, pisando sin querer a Alan, y golpeó a Max, pero se dio cuenta enseguida, de que Edward tenía su puño agarrado y seguido, le impulsó contra la pared, volviendo a llevarse a Alan por delante. Max parecía tener el bisturí aún con él, por lo que lo sacó y apuntó al corazón de Janiz. Fue entonces cuando un disparó sonó…

viernes, 30 de diciembre de 2011

Capítulo 13 - La misma sangre, no hace el mismo pensamiento.

Jon se sentía cada vez más culpable. Hacia tiempo que también había notado la ausencia de Jeremy. Creía que también había desaparecido, o se había ido, al ser acusado, tantas veces, por él, al culparle de la desaparición de Janiz. Lo que más le dolió, fue la visita que le había hecho hace unos minutos, un tal Max, que venía a preguntarle cosas sobre ella, para poder adelantar más y hacer una búsqueda más exhaustiva, para poder encontrarla cuanto antes.

Le había invitado a sentarse, por lo que el chico se sentó cómodo. Jon fue a buscar algo de ella, en su habitación, cuando notó que la perrita Trien, comenzaba a ladrar fuertemente. Se giró cuando agarraba el manillar de la puerta entreabierta, para ver como el perro corría hacia él, totalmente asustado, como si hubiera visto un fantasma.

-¿Qué le habrá pasado? – se preguntó mientras la acariciaba.
-Eso pensé yo.

Jon se sobresaltó, para ver como Max estaba dentro del cuarto de Janiz, hojeando uno de los libros que ella usaba para estudiar.

-¿Cómo…?
-No lo piense. Es demasiado difícil de explicar. ¿Para qué voy a hacerle una mísera pregunta de ella para encontrarla, si yo ya sé donde esta? – dijo encogiéndose de hombros.

Jon reaccionó bruscamente y abrió los ojos de forma repentina e incrédula. Su mano empezó a sujetar el manillar mientras temblaba, y el perro se dio cuenta de ello, por lo que, instintivamente, se coloco tras el humano.

-¿Has dicho que… que… sabes donde esta Janiz? – preguntó confundido, mientras tragaba saliva con dificultad.
-Eso he dicho. ¿Es que no estás atento a las cosas importantes? – hizo una pausa y suspiró – Mire, le voy a dar dos opciones; o viene conmigo por las buenas, o por las malas. Porque le puedo asegurar que si hubiera venido mi jefe, hubiera sido por las malas, claramente.
-¿Ir? ¡¿A dónde?! – gruñó Jon, sospechando que el chico podría formar parte de la desaparición de su hermana.
-A hacer un chantaje – dijo Max sin rodeos, mientras le miraba indiferente, con sus ojos negros clavados en los suyos miel.
-¿Chantaje? ¿Qué demonios le ha pasado a mi hermana? ¿Para qué me queréis en eso de “chantaje”? ¡¿Y porque habéis tenido que venir hasta a mi casa para decirme que has secuestrado a Janiz sin una razón decente? – chilló mientras corría hacia su habitación, para buscar la pistola que el guardaba allí.
-Ahora entiendo porque Edward siempre lo hace por las malas – masculló mientras suspiraba cansado por la reacción tan repetitiva que había en las personas con las que realizaba eso.

Jon abrió la puerta de su cuarto, de una patada, para en el segundo siguiente, a ver cogido la pistola del cajón. Max entró en el cuarto, para acabar siendo apuntado por un nervioso e ido por la ira, Jon.

-¿Dónde estás mi hermana? – le preguntó intentando parecer calmado.
-No me da la gana decírtelo – le cortó con aspecto indiferente – Oye, te estoy dando la oportunidad de ir por las buenas. No hagas tonterías ¿vale? Si no, no podremos realizar el chantaje para conseguir a Janiz.

¿Había escuchado mal? ¿Ese tipo estaba intentando salvar a Janiz mediante chantaje?

-¿Para que me queréis? ¿Cómo puedo actuar yo para salvar a mi hermana? – volvió a interrogar empezando a liarse con la información y las hipótesis que ocupaban su cabeza.
-Vale. Hablaré. Tu hermana, Janiz, esta metida en una secta – mintió intentando conseguir su objetivo. Jon miraba atónito y confuso, pero sin bajar el arma – Le metió Jeremy.
-¡¿Ese niñato?! – Jon bajó el arma, totalmente herido en su orgullo y con ganas de matar a alguien.
-Necesito que venga conmigo.

Jon asintió, y Max sonrió victorioso por dentro: objetivo cumplido.

Mientras tanto, Nefarian peleaba consigo mismo, intentando acordarse de donde se encontraba exactamente la casa de Lucas. Nunca había ido, pero recordaba haberle visto en una casa, en ocasiones, en las que él se encontraba de un lado para otro durante las noches aburridas. Roger le seguía de cerca, sin perderle de vista, ya que parecía poner caras raras en algunas ocasiones. Dio un respingo durante una de ellas, al ver como casi le atropellaban, por pasar por la carretera repentinamente y metido en su mundo (de fantasía, seguramente).

-¿Por qué no admites que te has perdido y no sabes donde es? – preguntó repentinamente Roger.

El silencio se hizo presente de nuevo. Se volvió incomodo en el momento en el que Nefarian actuó como si lo ignorará. Roger se cabreó y bufó mientras caminaba en dirección contraria a la del vampiro, aunque este reaccionó instintivamente y le miró sospechoso.

-¿A dónde vas? – interrogó frunciendo el ceño.
-Ya me buscaré la vida yo solo – le respondió girando levemente la cabeza y sin prestarle mucha atención.
-¿Y qué pasa si te encuentras con alguno de ellos? – dijo rechinando los dientes, de forma que dañara el orgullo del otro vampiro.
-Me las apañare. Los únicos que quedan verdaderamente fuertes son uno de los gemelos, del que no hemos encontrado su rastro en la casa, y Marcus, que nunca suele salir así porque sí.
-Si es el líder, será por algo. No deberíamos subestimarlo.
-¿Subestimarlo? ¿Tengo pinta de subestimarlo? – gruñó dándose la vuelta, mostrando un gesto de enfado en su cara – Mate a Edward por pura suerte, aún siendo este más fuerte que Marcus. Se perfectamente de lo que es capaz ese tío. Pocas veces le he visto actuar, pero si lo ha hecho, lo ha hecho con tanta facilidad que me hace temer encontrarme ahora con él.
-¿Crees que se ha enterado de que asesinaste a Edward? – cambio, Nefarian, de tema, de forma inesperada.

Roger se mordió el labio inferior y tuvo ganas de echarse a llorar.

-Si se ha enterado, no parará hasta encontrarme. Me torturará durante meses, y para dentro de dos años, seguiré vivo, pero con una pinta de zombie de mierda… - se calló repentinamente, para dejar lo demás en su mente.

Aunque Nefarian ya se había hecho la idea, de lo que mal que lo pasaría Roger si Marcus lo encontraba. Igualmente, Roger siguió por su camino y sin siquiera osar decir una palabra más al despistado Nefarian.

-Oye… - Nefarian dirigió la mirada a Roger, pero se asustó al ver que ya no estaba allí – No puede ser cierto…
-¡Oh, no! ¡Si ese rubito de los cojones, encuentra a Roger o a Janiz, ninguno de los dos volverá a ser visto! Tengo que salvarles a los dos, pero ¿a quién de los dos puedo salvar ahora? - pensaba Nefarian aturdido - Primero iré a por Janiz… creo que Roger se las puede apañar solo durante un tiempo. Solo espero que sea el tiempo suficiente para que pueda ir a ayudarlo”

Nefarian echo a correr con prisas, sin saber a donde iba exactamente, mientras Roger solo caminaba con la mente en blanco y aguantando las ganas de mostrar el miedo en su rostro.


Por su parte, Marcus, había dejado inconcientes a Janiz y a Lucas, los únicos que quedaban todavía “despiertos”. Cargo con Janiz y la metió en el coche que ella había traído, pero eso si, la ato al asiento, no quería tener problemas durante el paseo. Luego volvió a entrar y salió cargando a Alan, que tenía toda la camisa ensangrentada y que aún no se le había quedado perfectamente los puntos en las heridas. Fue a meterlo en el coche, cuando reconoció a cierto individuo a los lejos, caminando. Sonrió de forma retorcida y tiró, como si no fuese nada, a Alan al suelo.

-¡Eh! Pero si es mi buen amigo… Roger – gritó, pero murmurando su nombre.

El nombrado reaccionó tragando saliva y deteniendo su paso de forma brusca. Marcus volvió a sonreír, pero Roger se limito a no dirigirle la mirada, para que no notará el miedo que estaba sintiendo. En aquel momento, se quería morir. Al final le miro, aguantando las ganas de temblar y se sorprendió al ver a Alan en el suelo, al lado de Marcus.

-Si… si ese es Alan… entonces… - pensaba -… ¡¡Janiz!!

Roger se quito el miedo de encima en un abrir y cerrar de ojos, y corrió hacia Marcus. Este dejo de sonreír al ver la furia en los ojos del chico, por lo que, cuando se encontró a su lado dispuesto a atacar, saco su cuchillo y se lo coloco al lado de su cuello, haciendo que parará repentinamente.

-¿Sabes, Roger? Me he enterado. Me sorprende que no hayas intentado fingir que aún sigues en el grupo y que no has visto a Edward – le dijo Marcus sonriendo totalmente egocéntrico.
-Bastardo. Deja a Janiz y a Alan – gruñó Roger mirando de reojo el cuchillo.
-Me habéis traicionado. ¿Cómo demonios quiere que te haga caso? – rió Marcus mientras le apretaba el cuchillo en la garganta.

Roger retrocedió un paso, pero Marcus reaccionó y le clavó el cuchillo en el estómago. Roger cayó al instante al suelo, para luego recibir una patada en la cabeza por parte de Marcus, dejándolo peor de lo que ya estaba. Marcus le saco el cuchillo y lo metió dentro del coche, para luego meter a Alan en el maletero.

-Si esta hubiera sido mi cena, estaría totalmente contento, pero no es así – sonrió y arrancó el coche – Por cierto Roger, a Edward le encantará verte y… torturarte.


La situación era muy problemática, en definitiva, era un completo caos. Edward hizo crujir sus nudillos y luego golpeo levemente la puerta de acero de la celda ya vacía.

-No fue tan difícil – rió Max a su espalda, mientras revisaba una pequeña hoja que tenía en su mano – Aquí tienes la fórmula y el hermano de Janiz esta en el “salón”, si es que se puede denominar así.
-Perfecto. Ya no hay nada que hacer – murmuró Edward quitándole el papel.
-¿Ya esta? ¿Me has traído solo para esto? – Max parecía indignado, mientras Edward asentía a sus preguntas – Mi otro objetivo iba bien, Edward, ¿por qué demonios me has traído entonces?
-La cosa se me puso complicada. No esperaba que fueran tantos seres los que hubieran aquí – confesó mientras se apoyaba en la pared.
-Ya. Pero, ¿por qué has aguantado tanto tiempo? Es decir, ¿por qué no le mataste en el momento en el que supiste que era él y te ahorraste estos dieciocho años? – interrogó con curiosidad.
-Tenía miedo a que me pillará con “la calavera”. Si hubiera sido así, estaría muerto con facilidad.
-Es decir, temiste que fuera más fuerte que tú.
-Max. Ha quedado bastante claro que soy más fuerte que él.
-Ya lo comprendo. – Max dio una palmada, se encogió de hombros y sonrió - ¿Cuándo nos largamos?
-Primero quiero deshacerme de él – le cortó Edward.
-¿Qué? ¡Dijiste que…!
-¡Sé lo que dije, Max! Pero sé que no me esta afectando ahora “la calavera”, porque me corte antes con un cuchillo que tenía en esa jodida mesa.
-¿Quién te dijo que te apoyarás en ella? ¡No, espera! Edward, no pienso quedarme en este roñoso pueblo y en este grupo de pacotilla durante más tiempo.
-Será en unos minutos.
-Me da igual. Me iré sin ti.
-¿Y qué le dirás a los demás?
-No sé, algo como “Edward dice que llegará más tarde” “¡Edward lo a logrado y esta de vacaciones!”. ¡No sé! Algo como eso. Si han estado bien durante dieciocho años sin ti, aguantarán unos minutos.
-¿Y tú no?
-No es lo mismo.

Edward rió con fuerza, pero calló con rapidez al notar a alguien en el marco de la puerta.

-Vaya, Marcus… - susurró Edward sonriendo de forma tétrica - ¿Qué tal?
-¿De qué estabais hablando? ¿Qué es eso de los dieciocho años sin ti? – preguntó cabreado el vampiro.
-Jo. Parece que ha escuchado el final de la conversación – rió Max a la espalda de Edward.
-¿Tú quien eres en realidad? – le preguntó ahora a Max.
-Me llamo Max. En eso no he metido – le respondió de forma seria.
-¿Y tú, “Edward”? – masculló mientras cambiaba a un acento durante el nombre de su supuesto amigo.
-A ver Marcus… ¡no seas tonto! Hemos mentido en todo menos en el nombre – rió Edward con gracia, aunque a Marcus no le hacia ninguna.
-Entonces, ¡¡¿Por qué?!! – gritó Marcus, clavando con fiereza sus ojos verdes en los suyos negros.
-Oh. Porque necesitaba la fórmula.
-¿Qué fórmula?
-La de revivir. Descubrí que tú tenías la fórmula. Nunca se lo habías contado a nadie, encima que estuve años contigo, no soltaste ni una palabra.
-¿Cómo…?
-Yo fui quien atacó la orden de los vampiros. Yo era el teniente que se rebeló contra su especie por no ser elegido capitán. Yo soy quien quiso esa fórmula durante su ataque. Yo soy quien quiere deshacerse de la humanidad ¡Yo soy el teniente Low!