Roger sentía que su sangre estaba en el suelo, empezando a manchar su propia camisa, ya destrozada. Apretó los dientes con fuerza cuando volvió a recibir una embestida de la garra en su espalda. Ahora no gritó, pero se mordió el labio inferior, sacando los colmillos y atravesándose su propio labio.
-¡¡Mátame ya, cabrón de mierda!! – gritó en un instante de rabia.
Y pareció que Robbie le hizo caso cuando abrió ampliamente la boca y se preparaba para morderle y despedazarle. Pero Alan llegó para saltar sobre él y agarrarle desde el cuello.
-¡¡Robbie!! ¡Soy yo! ¡Soy Alan! – decía mientras Robbie luchaba por quitárselo de encima - ¡Escúchame! ¡Me salvaste la vida, no vas a arrebatármela ahora! Y mucho menos a Roger.
-¡Allá voy! – Nefarian llegó corriendo mientras saltaba y le pegaba una patada en la cara al licántropo, haciendo que cayera al suelo desplomado y casi aplastará a Alan, que saltó a tiempo.
-No le hagas daño. ¡Es Robbie! – intentó explicarle Alan con aspavientos con las manos.
-¡Me da igual quién sea! ¡Mira como está Roger! – gritó Nefarian señalándole.
Alan dirigió una mirada hacia allá dónde señalaba el vampiro. Ver a Roger así le hizo ladear la cabeza y gritar de rabia. Roger seguía en el suelo, sin poder moverse y con la sangre borboteando en el interior de su boca.
Jeremy apareció de entre los árboles que habían alrededor del terreno. Su cara de horror al ver a Roger así casi parecía ser de tener a la muerte delante. Se arrodilló al lado de él y no supo como actuar.
-Yo… yo… - Se llevó las manos a la cabeza y luego se golpeó a si mismo - ¡Soy un gilipollas! ¡Todo esto es culpa mía! Si no me derrotarán con tanta facilidad. ¡Roger, lo siento!
-¡Deja de lamentarte y llevémoslos a la casa de Janiz! ¡Allí deben de tener vendas! – gritó Nefarian mientras agarraba a Roger, aunque este gemía de dolor al sufrir por todas las partes del cuerpo.
Pese a todos los intentos de Alan por convencer a Nefarian y a Jeremy de llevarse a Robbie, su cuerpo desmayado se quedó en el suelo. Alan sólo pudo verle mientras marchaba a lo lejos, cargando otra vez con Max. Aunque algo dentro de él le decía que hacía lo correcto. Sólo había que mirar a Roger.
Dos horas tardaron a llegar a la casa de los Stark. A Max lo ataron a una silla. A Jon lo tumbaron en su cama, junto a Janiz. A Roger lo colocaron sobre una mesa enorme que había en el salón, mientras le intentaban curar su espalda, aunque parecía imposible que dejará de gritar y de sufrir.
-Esto… debe de ser una broma. Decidme que es una broma – dijo Jeremy sentándose en el sillón, con las manos ensangrentadas.
-Tardará días e incluso semanas en recuperarse totalmente. Pero en una o dos horas se regenerara y por lo menos ya ha recuperado el movimiento de los brazos. Le he puesto en la habitación de Janiz – explicó Alan entre dientes mientras intentaba quitarse de encima la idea de que Roger siguiera así de por vida.
-Vamos a encargarnos de nuestro amigo Max – masculló Nefarian dirigiéndose hacia donde lo tenían atado.
Le despertó de un puñetazo en el estómago. Al principio lo vio borroso, pero luego distinguió a los tres chicos, reconociendo a Alan. Una sonrisa torcida se pinto en su rostro antes de soltar una corta carcajada.
-Menuda panda de imbéciles. Me vais a detener atándome, atontados ¿no? – dijo Max mientras comprobaba la resistencia de las cuerdas que unían su espalda con el respaldo de la silla – Pero parece que lo habéis hecho bien.
-¡Vas a decirme todo sobre Edward! ¡Su punto débil, sus preocupaciones, sus problemas, lo que le gusta comer y lo que no! ¡¡Todo!! - saltó Jeremy con brusquedad mientras golpeaba con fuerza la pared que estaba a su lado.
-Tranquilízate – dijo Max con sorna – Tú debes de ser el vampiro que quería matar a Marcus por intentar robarle a la chica ¿no? Mala suerte muchacho. Edward se ha cargado a Marcus en un visto y no visto. Con mi ayuda, claro.
Jeremy y Nefarian abrieron con brusquedad los ojos. Alan hizo un gesto de desagrado al volver a oír la misma frase: “Marcus ha muerto. Lo ha matado Edward”.
-Por la cara que habéis puesto es que no sabíais lo fuerte que era Edward y teníais muy sobrevalorado al paquete de Marcus – Comenzó a reír Max mientras parecía a punto de volcarse con la silla.
-¿Marcus no valía tanto como se hacia creer? – preguntó Jeremy intentando parecer confiando cuando en realidad estaba muerto de miedo.
-Pero ¿qué coño dices? ¡Marcus nunca ha válido nada y todo su grupo lo sabía! Pero nadie se atrevió a desafiarle al creerse la tapadera de Edward de segundo infranqueable. Ni siquiera Marcus se dio cuenta de que sólo le estaba utilizando para conseguir lo que siempre quiso. Ni siquiera todos ellos juntos podrían con Edward, supieran o no lo que él estaba haciendo a sus espaldas. ¡Edward sólo quería la fórmula de resurrección! Ya tenía su propio poder, sólo le quedaba cubrirse las espaldas mientras estuviera afectado por “la calavera”.
-¿”La calavera”? – preguntaron al unísono Jeremy y Nefarian.
-Por lo que me explicó Roger es una enfermedad que tienen algunos vampiros que impide que se regeneren y que tengan la inmortalidad. Durante cierto tiempo.
-¿Tú realizabas la fórmula? – preguntó Nefarian.
-¿Yo? Claro que sí. El resto de mi grupo es solo fuerza bruta. Edward, como líder, es el único que usa el cerebro. Y yo también.
-¿Líder? ¿Otro grupo? ¡¿Viene otro grupo de vampiros?! – gritó Jeremy.
-No. Mi grupo está dividido e infiltrado en distintos grupos. Están investigando y destruyéndolos desde dentro. Edward sólo quiere acabar con los más fuertes para que nadie se oponga a ellos. Luego matará a los humanos. Yo no me podía infiltrar porque soy muy malo para esas cosas, por eso Edward me avisó de que viniera justo antes de que Roger le matará.
-Edward ¿sabía del principio que iba a morir? – volvió a preguntar Jeremy.
-No. Me llamó para hacer una prueba. Mataría a uno de sus compañeros. Sólo me dijo que iba a ir con un compañero a hacer un juego. Después de terminarlo, le mataría y yo tenía que revivirlo.
-Iba a matarme a mí – dijo Nefarian – Yo iba con él.
-Pero también iba Roger – explicó Alan – Desde el principio Roger ha estado en el punto de mira de Edward. Y… ¿el licántropo? ¡¿qué tiene que ver él con todo esto?!
-Pues que somos pocos. Edward sabe que le vais a dar problemas. Especialmente Roger, porque parece ser que el que le convirtió fue un vampiro importante que sobrevivió a la destrucción de la Orden de los vampiros.
-¿Roger?
Eso era peor de lo que podía pasar. El más fuerte de ellos era muchísimo más fuerte de lo que había llegado a parecer. Lo peor encima es que no podía ni moverse.
-Estamos en un aprieto… - murmuró Alan – Necesitamos más ayuda, Jeremy.
Jeremy ladeó la cabeza con desesperación, mientras hacía un gesto. Luego, asintió.
-Max, ¿podrías contarnos ahora… por qué nos has contado todo esto?
Max sonrió. Se levantó sin ningún esfuerzo, porque la cuerda estaba floja.
-Porque sois unos imbéciles.
Janiz se había levantado minutos antes tras oír un puñetazo y un grito de Jeremy. Se levantó de la cama tras comprobar que su hermano estaba perfectamente. Salió con sigilo de la habitación y, cuando estuvo a punto de bajar las escaleras, observó que en su habitación se encontraba Roger. Se acercó. Él parecía estar dormido.
-Si vienes a disculparte, no tienes que hacerlo. Que este así no es culpa tuya – habló repentinamente Roger sin abrir los ojos.
Janiz se sobresaltó, pero luego se relajó mientras se sentaba en el bordillo de la cama.
-¿Qué te ha pasado, Roger? – preguntó Janiz con preocupación.
-Tu amigo el licántropo me ha desgarrado toda la espalda. Y aún tengo perdida la movilidad de las piernas – explicó para luego abrir los ojos y mirarla poniendo una sonrisa forzada – Eso sí ha sido culpa tuya.
-Lo siento – Janiz agachó la cabeza forzando a las lágrimas a no salir.
Roger la cogió de la mano.
-No es culpa tuya. Si lo que me duele no son las piernas – dijo intentando que Janiz sonriera. Ella lo hizo – Además, aunque yo no pude salvar a tu hermano de que lo dejarás seco, vino tu príncipe azul.
-¿Jeremy? – A Janiz se le iluminaron los ojos.
Roger si que sonrió esta vez.
-¿Hay otro príncipe azul? – rió con dificultad.
-Sí.
Eso si que sorprendió al vampiro, que hizo un gesto raro en la cara.
-Tú – sonrió Janiz abrazándole intentando no hacerle daño en la espalda.
Él estuvo a punto de corresponderla cuando un sonido de algo romperse se escuchó desde abajo. Ambos se separaron. Janiz se levantó de la cama.
-Max… - masculló Roger apretando los puños.
Janiz le miró de reojo y rápidamente corrió hacia allí, aunque Roger le gritará que no lo hiciera.
Alan había caído sobre un jarrón que había al lado del sillón. Al ver a Janiz dijo un bajísimo “Te lo pagaré”, para luego volverse hacia Max, que estaba esquivando los intentos de golpearle por parte de Nefarian. Notó que la agarraban por detrás y al instante estaba entre los brazos de Jeremy.
-Lo siento. Todo – dijo él casi en sollozos.
-Jeremy… No es culpa tuya. Ya has oído a Roger, estábamos fingiendo. Yo entendía que os fuerais – intentó consolarlo Janiz.
-Pero… si me hubieras avisado. No te habría pasado nada de esto – seguía él abrazándola con más fuerza.
Janiz se separó bruscamente, pero luego le dio un corto beso en los labios antes de mirar de reojo a Max.
-A Nefarian no le gustan las cursiladas. Deberíamos ir a ayudarle – explicó Janiz dándose la vuelta.
-Eh… eso es otro problema – dijo Jeremy tras ella – Heperi me ha hecho volver a ser humano.
-¿Qué? – saltó instintivamente Janiz girándose hacia él – Heperi ¿estamos hablando del mismo Heperi?
-Heperi no es un nombre que se use mucho. Estoy hablando de ESE Heperi. Es un brujo, como Alan – explicó.
-¡¡¿Me vais a ayudar, carajo?!! – gritó a lo lejos Nefarian justo antes de ser golpeado contra la pared.
Janiz y Jeremy se miraron, aunque luego dirigieron una mirada de sorpresa hacia Alan, que parecía tener un tic nervioso en la mano ya que era uno de los efectos secundarios que le afectaban tras recuperarse del mordisco que había recibido de uno de los gemelos. Janiz y Jeremy se dirigieron hacia Nefarian, pero Max se interpuso sin saber que Janiz estaba ya harta de él y de todas las peleas. Le hincó una patada en la entrepierna en cuanto lo tuvo delante. Max cayó al suelo de rodillas, con una cara descolocada por el fuerte dolor que había recibido en ese justo punto.
-¡Estoy harta de todo! Especialmente de ti, pervertido – gruñó Janiz dándole un rodillazo en la cara.
Max cayó al suelo con la cara desencajada, mientras que se podía ver una lagrimilla salir de sus ojos cristalinos. Jeremy dio un paso hacia atrás, muerto de miedo. Alan dejó de tener el tic nervioso de forma repentina. Nefarian parecía enfadado, pero estaba temeroso de lo que había hecho la chica.
-Podrías haberlo hecho antes ¿no? – gruñó Nefarian mientras se levantaba del suelo con problemas.
-Perdóname – murmuró Janiz casi con cara de cabreada.
-Es extraño que tu hermano no se levante después de todo este ruido – le dijo Alan desde su espalda.
Jeremy se encargó de poner a Max en la silla, mejor atado que antes. Janiz miró a Alan dispuesta a contestarle con un simple:
-Es de los que se quedan dormido y es imposible levantarlo.
-Oh…
-¡¿Estáis bien?! – se escuchó gritar desde arriba a Roger.
-¡Sí! – dijo con alegría Nefarian – Aunque casi me muero por culpa de estos vagos.
Nefarian parecía decirlo en serio, pero la sonrisa que ponía solo era una manera de decir “Que no, que es broma”