miércoles, 7 de diciembre de 2011

Capítulo 11 - Cuánto tiempo...

-¡¡Alan!!
-¿Qué pasa? – preguntó Roger sin poder asomarse.
-¡Dios mío, Alan! ¿Qué te ha pasado? – se alteró Janiz corriendo a socorrerle.
-¡Janiz! ¿Qué coño esta pasando? – gruñó Nefarian golpeando la puerta con fuerza - ¡Y cierra la puñetera ventana!

Janiz cerró la ventana con extrema rapidez, ayudándose de una manta que colgó (de quien sabe donde), para luego volver a correr hacia Alan. Nefarian y Roger entraron rápidamente y se arrodillaron, bastante sorprendidos, al lado del moribundo brujo que se desangraba.

-¡Dadme algo para taponarle la herida! – bramó Janiz haciendo reaccionar a los vampiros.

Nefarian cogió enseguida, una camiseta que había a su lado, para luego presionarle la herida que se desangraba en el cuello.

-¡¿Qué ha pasado aquí?! – gritó Nefarian mirando la habitación.

Janiz apartó la mano de Nefarian, para sostener ella la prenda en la presión. Nefarian se levantó y se percató del montón de cenizas que se encontraba justo delante de la ventana.

-¿Cómo han llegado hasta aquí? ¡¿Quién les dijo donde vivíamos?! ¡¿Y quien cojones es el vampiro que esta hecho cenizas?! – rugió Nefarian señalando las cenizas y se empezaba a enfadar de verdad.

Roger dejó de observar las heridas y moretones de Alan, para llegar hacia las cenizas. Las examinó mientras intentaba encontrar algún olor que le pudiera dejar alguna sospecha.

-Este olor es… el de las hamburguesas – se sorprendió Roger tras olfatearlo.
-¿Hamburguesas? – interrogó absorto Nefarian.
-Este tiene que ser uno de los gemelos… - explicó Roger mientras volvía a mirar hacia Alan – Le tiene que quedar poco tiempo. Además, el otro gemelo tiene que estar por aquí, todavía. Si este es su hermano, el otro estará como una furia.
-Gll… - Alan intentó hablar, pero la sangre que le brotaba por la boca se lo dificultaba – Mu… mu… muer…
-Shhh – le calló Janiz mientras le secaba la sangre de la cara, con una de las camisas que había por ahí tiradas.
-¿Qué ha intentado decir? – se acercó Roger.
-Me da igual – le cortó Janiz – No esta en condiciones de hablar.
-¿Y si se muere ahora? ¿Cómo sabremos lo que quería decir?
-¡Ni siquiera sabemos si es algo importante!
-Pero más vale prevenir que curar.
-¡Curarle es lo que debemos hacer!
-Marcus…. – consiguió murmura de repente Alan, ahogado en su propia sangre.
-¿Marcus? ¡Esto si es importante! – le recriminó Roger.
-Tranquilo – le ignoró Janiz volviendo a limpiarle la sangre de la cara.
-¿El que ha venido ha sido Marcus? – le preguntó Roger.
-Ssssí – contestó como pudo.

Alan sintió pesarle mucho más los parpados, por lo que no duró ni un segundo más, con ellos abiertos.

-¡¡Alan!! – gritaron.
-Responde, Alan. Vamos. Te pondrás bien. ¡Aguanta solo un poco! – intentaba alentarlo Janiz, para luego dirigirse a los otros dos – Hay que llevarlo a un médico.
-¿Bromeas? ¿Qué le decimos? “Disculpe señor, necesitamos que ayuda a nuestro amigo. Le ha mordido un vampiro” -  ironizó Nefarian.
-¡No! – Janiz se puso a pensar en algo, cuando un rayo le perturbo la mente - ¡Raphael Varna!
-¿Quién?
-El padre de mi amigo Lucas. ¡Él es médico!

Janiz se levantó, mientras cogía a Alan, levantándolo como pudo.

-¿Qué vas a hacer? ¿Vas a aparecer así, de repente? ¡Janiz! Llevas semanas desaparecida. Les sorprendería verte tan repentinamente.
-Es eso, o que muera Alan.
-¡Eso no cambia la razón por la que esta Alan así!
-Él no preguntará. Yo le conozco. Siempre que nos caíamos Lucas y yo, él nos curaba y nunca se preguntaba como nos hacíamos heridas tan raras.
-Pero esto es diferente.
-Pero él no ha cambiado.
-Janiz Stark. ¡No pienso dejar que salga hay fuera usted sola!
-Si vosotros no podéis salir, ellos tampoco.
-Pero ellos tienen novatos sin los meses cumplidos.
-No podrán contra mí.
-¿Y como piensas ir?
-En coche.
-¡No tienes ni coche ni carnet!
-Lo robó y correré sin que me pille la policía.
-¡Janiz!

Janiz cerró la puerta del piso de un portazo, mientras cargaba al brujo. Bajo las escaleras de forma pesada e incomoda. Llego a la puerta transparente, mientras podía notar como la calle estaba medio vacía. Salió rápidamente, aprovechando su oportunidad y rompió el cristal del primer coche que vio.

-Vaya, el tío se ha dejado las llaves del coche dentro. ¿Para que demonios he roto la ventana entonces? – se preguntó dejando a Alan en el asiento de copiloto – Veamos como es esto.

Mientras Janiz intentaba arrancar el coche con un Alan moribundo dentro, un Nefarian a punto de suicidarse por dejar a Janiz sola… ¿Qué pasaba con la pequeña Elizabeth? Pues que ahora se había perdido por las calles, al no reconocer ninguna.

-Heperi – le llamó mientras señalaba una calle – Creo que por esa calle se va al centro.
-¡Eso mismo me dijiste en la calle anterior!
-Hazme caso.
-No, no. Si yo te hago caso, solo que ya fallas demasiados veces y deja de ser natural.
-Chaval. Es que no somos naturales.
-¡Ya! Pero no en ese sentido.
-Por cierto ¿dónde has dicho que pusiste a Jeremy para que no le diera el Sol?
-Lo has dicho como si fuera un cubito de hielo. Pero, lo he puesto dentro del maletero de un coche.
-¡¿Qué?! ¡¿Y si ese coche arranca?!
-Eso no lo había pensado.
-¡¡¡Menudo empollón de pacotilla estás hecho!!!
-¡Eh! Sin ofender.
-Encima que te digo la verdad.

Elizabeth caminó hacia la calle que había señalado minutos antes, con una cara de fastidio en el rostro.

-Pero ¿no vamos a buscarlo?
-¡Que más da! Es un vampiro. Que se las arregle.

De repente se detuvo, al darse cuenta de algo.

-¡¡Maldita sea!!
-¿Qué?
-¡Me había olvidado de que Jeremy ya no es un vampiro!
-¿Te habías olvidado?
-¡¿Y tú porque lo metes en el maletero de un coche si sabes que no es un vampiro?!
-Porque tú me lo ordenaste.
-Pero ¿por qué no me lo recordaste?
-Lo siento.
-¡Y tanto! ¿Dónde esta ese dichoso coche?
-No me acuerdo.
-¡¿Qué?! ¡Heperi! Eres el chico más tonto del mundo.
-¿Es un halago?
-No es… - Elizabeth se quedo boquiabierta mirando hacia un cruce al final de la calle – O estoy mal de la vista… ¡o he visto a Janiz conduciendo un coche!

Elizabeth hecho a correr hacia la calle, mientras Heperi no entendía nada, pero echaba a correr tras ella.

Janiz paró el coche delante de la casa de los Varna, mientras salía disparada, llevándose casi a rastras a Alan, que con el movimiento del coche, había recuperado un poco de conciencia y podía mover levemente las piernas.

-Alan. Aguanta un poco más – le decía Janiz mientras tocaba el timbre.
-Ya lo intento – masculló en un leve gemido de dolor.

La puerta se abrió y Janiz sonrió forzada, mientras Alan dejaba caer su cabeza.

-Ja-Janiz… ¡¡Papá!! ¡¡Janiz!! – gritó Lucas mientras saltaba de alegría.
-Lucas. No puedo hablar ahora. Necesito a tu padre ¡Ahora! – gruñó Janiz.

Lucas se apartó incrédulo y Janiz paso, mientras ahora llevaba a Alan a rastras. Raphael Varna no tardo en aparecer en el salón, justo cuando entraban ellos. Atónito, se quito las gafas, intentando pensar si lo que veía era cierto.

-¿Janiz? ¿Janiz Stark?
-¡Es que nadie se da cuenta de que mi amigo se esta desangrando! ¡Tampoco es que lleve años fuera! – chilló histérica mientras notaba como empezaba a aflojarse el agarre de Alan.
-¡Oh, Dios mío! ¿Qué le ha pasado? – preguntó sorprendido Lucas al darse cuenta de cómo tenía Alan el cuello.
-Luego os lo cuento. Necesito ayuda, ¡por favor! – suplicó Janiz.

Raphael Varna no volvió a abrir la boca y cogió a Alan.  

-Esperad aquí – sentenció mientras se llevaba al chico en brazos.

Janiz se llevo las manos a la cabeza, mientras se tiraba de rodillas al suelo. Al apartar las manos, se le quedo la cara llena de sangre. Lucas cogió de un sillón, una manta vieja y se le hecho por encima a Janiz, mientras la levantaba y la conducía hacia el sofá. Cuando la sentó a ella, él se sentó en el sofá de enfrente y se produjo un enorme silencio.

Pasaron los minutos, hasta que finalmente, Raphael Varna llego al salón, mientras se secaba las manos con una toalla.

-Janiz. Sé… que nunca os había preguntado nada, pero… necesito saberlo ¿dónde has estado estás semanas? ¿qué demonios le ha pasado a ese chico? – preguntó de repente, mientras se volvía a poner las gafas.
-Yo… he estado fuera porque… ¡no puedo explicarlo! – se volvió a llevar las manos a la cabeza.
-Al menos, explícame que le ha pasado a él.
-La misma razón por la que he desaparecido, es por la que él esta así.
-¿Qué insinúas? Janiz. Ese chico tiene una mordida, ¡pero no encaja con una mordida natural de algún animal!
-Si os lo explico me tomaréis por loca o… ¡me intentarías matar!
-¿Qué? ¡No! ¿Estás loca?
-Vale… He desaparecido porque… me han raptado unos vampiros.

Lucas aguanto la risa, mientras Raphael la miro incrédulo.

-¿Me lo estás diciendo en serio? – preguntó en un tono arrogante – Janiz. Quiero la verdad.
-¡Es la verdad! ¡Ahora yo también soy un vampiro! ¡Mi amigo Alan fue mordido por uno al intentar salvar al capitán del equipo de fútbol, que es un licántropo! ¡Esos bastardas quieren alimentarse de…!
-¡Janiz! ¡Janiz! ¡¡Para!!
-¿Robbie un licántropo? – intervino Lucas – Janiz ¿te han drogado?
-Esto es enserio.
-Janiz… tendré que llamar a tu hermano ¿vale? Esta preocupado por ti – dijo Raphael Varna mientras se dirigía al teléfono.
-¡Lucas! ¡Tú me crees! ¿verdad? – le suplicó a su antiguo compañero.
-Janiz… yo…

Raphael fue a coger el teléfono cuando algo apareció de repente y lo impulso contra la pared.

-¡¡Papá!! – ladró Lucas sobresalto y empezando a correr hacia él.
-Hola Janiz – saludó Marcus mientras sonreía de forma maquiavélica.
-¡¿Cómo demonios has llegado hasta aquí?!
-El día se ha puesto nuboso, evitando los rayos del Sol… y tú y tu amiguito os vais a venir conmigo.



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