miércoles, 7 de diciembre de 2011

Capítulo 8 - Re-transformación.

Janiz miraba apenada el montón de cenizas que estaba delante de ella. Por un momento sintió pena por él. Edward nunca es que tuviera un don para la amistad, mucho menos que fuera alguien tranquilo, pero cuando Roger le clavo ese palo en el corazón, sintió tristeza y por un momento sus ojos se humedecieron, pero no llegaron a delatarla.

-¿Qué hacemos con el lobito? – pregunto Roger, sentado en el suelo, al lado de Janiz.
-No podemos hacer nada – respondió esta.
-¡No! – gruño Alan que sujetaba a Robbie - ¡Solo le ha mordido durante unos segundos! ¡Hay posibilidades de que sobreviva!
-No las hay – dijo Janiz indiferente – Tú no conoces a Edward. Es más que seguro que ha hecho algo más. Ese tipo es más precavido que los demás.
-¿Qué crees que habrá hecho? – le pregunto Roger.
-Hay muchas cosas que podría haber hecho. Edward es impredecible.
-Ya lo creo que sí.
-¡No! Por favor… - Alan no quería escuchar.
-Alan – le calló Janiz – Te ha salvado Robbie. Te acaba de salvar Roger. ¿Aún no tienes suficiente?
-No es eso. Se lo debo.
-¡Alan! – grito Roger – Aquí el brujo eres tú.

Alan se quedo boquiabierto. ¡Es verdad! Debería haber algún conjuro o hechizo que permita evitar que muera desangrado. Sacó de su bolsillo izquierdo un pequeño libro que siempre llevaba. Pasaba las páginas con rapidez intento encontrar algún hechizo que le ayudará.

-Evitar desangramiento, evitar desangramiento… - decía mientras pasaba las hojas.
-Tonto – mascullo Janiz mirando a Alan.
-¡Alan! – volvió a rugir Roger - ¡Eso se evita taponando la herida! ¡Usa tu camisa!

Alan se puso pensativo. Se quito la camisa y la rompió por la mitad y la enrollo en el cuello de Robbie, de una manera, que no le ahogará pero taponará la herida.

- Ahora si que noto que hayas sido futbolista – rió Janiz mirando el vientre de Alan.
-¡Anda ya! – decía Roger con un poco de celos.
-Bueno – Janiz se levanto – Nos vamos a volver a traer a Nefarian al mundo de los listos.
-¿Eso es posible? La mona que viste de seda, mona se queda… o creo que era así – dijo Roger poniéndose la mano en la barbilla con una pose pensativa – Por cierto Alan. Tú tienes que llevar a Robbie.
-Ok – afirmo mientras le levantaba.

Robbie se levanto a duras penas con la ayuda de Alan. Aún no se situaba, no sabía donde estaba exactamente, quienes eran lo que estaban con él y quien era el que le ayudaba, del que la voz le resultaba bastante conocida.

-¿A dónde vamos? – pregunto Alan mientras veía la dirección de Janiz y Roger.
-A buscar el sitio donde ha acabado el vampiro volador – respondió Roger.

Alan se puso a pensar, a que se refería. Cuando se acordó como Nefarian había salido volando tras “columpiarse” en el parque. ¿Habían dicho que había acabado en la catedral? ¡Ha ver si se va a quemar con la cruz! A no… eso si que siempre había sido un mito…

-Oye Janiz. ¿Sigues queriendo a Jeremy? – pregunto de repente.

Janiz se giro sorprendida por la repentina pregunta de Alan. Ladeó la cabeza lentamente mientras vacilaba.

-Claro que sí – dijo mostrando una enorme sonrisa.
-Ah… - Alan asentía bastante contento por la respuesta.

Janiz volvió a mirar instintivamente a Roger, para retomar la conversación que minutos antes estaban llevando a cabo.

-No sabemos como podemos engañar ahora a Marcus – decía ella.
-Edward era su mano derecha, sin él no tiene a quien preguntarle algo o pedirle un consejo. Para que luego suelta alguna cosa sádica que Marcus aceptaría encantado. Si se lo decimos, seguro que se esforzará muchísimo por saber lo que ha pasado.
-No podemos hacer como si nada. Marcus se pasaría todo el rato preguntando donde estará Edward y luego saldrá a buscarle. ¡Si encuentra las cenizas sabrá que tuvo que ser algún ser sobrenatural!
-Pero lo peor será si le decimos que fue Robbie, el licántropo. Un licántropo no le clava una estaca a un vampiro, lo despedaza.
-La has cagado, Roger.
-¿Hubieras preferido que matarán a Alan y siguieran estando aquí?
-¡No! Pero podías haber seguido haciendo tu papel.
-¿Cómo hubiera funcionado eso?
-¡Fácil! Le das la estaca o el palo (lo que sea que hayas utilizado) a Alan en un descuido de Edward. Luego te haces el despistado y él se lo clava.
-No lo había pensado.
-¡Tú no piensas!
-Cierto…

Alan escuchaba la conversación de lejos, por lo menos los gritos de Janiz si que los escuchaba bastante bien y perfectamente. Notaba como Robbie empezaba levemente a inclinarse más hacia adelante, a punto de perder totalmente la conciencia y no poder con el peso de su propio y mutilado cuerpo. Chasqueo la lengua mientras ponía más fuerza y se esforzaba más en poder sostener y aguantar con Robbie, que de forma poco notoria, gemía de dolor y suspiraba intentando echar todos sus males, aún sabiendo que era totalmente imposible. Janiz paro en seco, para mirar a Roger, que la miraba a ella bastante serio, para luego asentir a la vez.

-Alan – Janiz se giro bruscamente mientras Roger la imitaba – Nosotros iremos a recuperar a Nefarian. Tú vete a algún lugar seguro y ayuda a Robbie.
-¿Por qué? – pregunto con dificultad.
-Porque si vamos juntos todo el rato, alguno de esos demonios nos verá y avisará a Marcus – dijo casi con un gruñido.
-Tienes razón… - susurro Alan mientras agachaba la cabeza.
-¡Alan! – rugió Janiz – Si crees que lo hacemos porque nos estorbas ¡no lo creas así! ¿O acaso no prefieres que tengamos esta ventaja?

Alan sonrío forzado y cerro los ojos en el acto. Janiz sabía que eso no lo había dejado demasiado claro, y que él seguiría pensando que solo era un estorbo para ellos, cuando no era así. Pero decidió dejar que él creyera lo que quisiera. Si él se cree un estorbo y no quiere cambiar de opinión, allá él. Janiz y Roger se encaminaron para poder ir a por Nefarian, mientras Alan seguía tirando de Robbie para dejarlo en un lugar seguro.


Jeremy se golpeó la cabeza, otra vez, contra la pared que había a su espalda. Elizabeth se agarraba cansada, a los barrotes, que una y otra vez, había intentado derribar. Jeremy estaba sentado en la esquina, con la espalda apoyada en la pared y las piernas totalmente estiradas. Parpadeaba varias veces seguidas para evitar que las lágrimas, que acumulaban sus ojos, salieran para deslizarse por su entristecido rostro. Estaba en una celda, de donde no sé sabe donde, porque habían despertado allí, en un sitio vacío, mugriento y oscuro, que no tenía nada, que no fueran los ladrillos de la pared e incluso del suelo.

-¿Por qué nos habrá hecho esto Nefarian? – pregunto otra vez Elizabeth. Jeremy había perdido ya la cuenta, de cuantas veces había repetido esa misma pregunta.
-No lo sé ¿lo entiendes de una vez? – gruño Jeremy harto de escuchar lo mismo por cada minuto que pasaba.
-No entiendo nada de lo que esta pasando – susurro Elizabeth mientras juntaba su  pequeña frente, entre los dos barrotes que agarraba.
-¿No lo entiendes? ¡Eso malditos vienen par apoderarse del pueblo! ¡Tienen a Janiz y ahora a Nefarian! ¡Alan esta solo en el pueblo sin ninguna ayuda! ¡Y nosotros aquí jodidamente encerrados! ¡¡Encima nos han tomado el pelo dos veces!! – grito Jeremy acercándose a los barrotes, como si intentara hablar con los vampiros que parecían ignorarles o no estar ahí.
-Jeremy, no hagas el imbécil – dijo Elizabeth con una voz que sonó siniestra.

Jeremy le dirigió una mirada confundida, pero luego de mirarla directamente a esos ojos que empezaban a ponerse rojos, asintió miedoso y se separo de los barrotes, dispuesto a volver a sentarse en el sitio donde había estado ya minutos antes. Elizabeth le seguía con la mirada, mientras que estaba atenta a cualquier movimiento inapropiado del sobresaltado vampiro.

Crack”

Jeremy escucho ese extraño ruido el primero, Elizabeth dirigió la mirada a través de los barrotes, donde solo podía seguir distinguiendo la misma pared lúgubre que había frente a su celda. Rodó los ojos hacia la derecha, pero estaba tan oscuro que no distinguía si era una pared o el pasillo. Noto que algo iluminaba por la izquierda, así que dirigió la mirada hacia allí. Jeremy se acerco y se colocó delante de Elizabeth, mientras la cubría con su cuerpo. Agarro los barrotes, con la curiosidad en su vista y el miedo en sus temblorosas manos. La ilumino se extendió y se pudo divisar una escalera que subía, por la que, una antorcha, apareció levemente. Una mano empezó a aparecer agarrando la antorcha. El cuerpo entero se extendió dejándose ver.

-¿Quién es? – pregunto en un susurro Elizabeth a Jeremy.

Jeremy miro de reojo como ella estaba mirando a través de un hueco que había dejado entre su cuerpo y los barrotes.

-No lo sé – le murmuro mientras cerraba ese hueco – Estate quieta y déjame a mí.
-Soy una niña, pero soy fuerte – se quejo ella intentando ver.
-Vaya, vaya – dijo el que agarraba la antorcha - ¿A quién tenemos aquí?

Jeremy reconoció la voz y un escalofrío le recorrió el cuerpo. Se acerco más a los barrotes y ahora le distinguió.

-¡¡¡¿Heperi “dientes amarillos”?!! – grito a punto de desmayarse.
-¿Dientes amarillos? – preguntaron Elizabeth y Heperi a la vez.
-Oh, Dios mío… - ahora si, Jeremy se desmayo…


Nefarian estaba roncando encima de un montón de trozos de maderas de lo que antes era una mesa donde estaban las joyas de Jesús. Tenía la parte superior de su cabeza, dentro de un plato hondo dorado. Sus manos agarraban con fuerza el mantel que había en la anterior mesa, como si fuera el osito de peluche, del que nunca se hubiera querido separar. Janiz le había dicho a Roger, que con delicadeza, abriera la puerta de la catedral, y claro, él le hizo caso. Abrió la puerta con delicadeza y sin romperla, pero, ella no había dicho nada de tratar con delicadeza las ventanas de las imágenes de la vida de Jesús. Rompió todas y cada una de las ventanas, Janiz se llevo la mano a los ojos para no ver el desastre que había montando su pelopincho amigo.

-¿No podías entender la parte de delicadeza para todo? – gruño ella.
-No. Recuerda, yo no pienso – rió él mientras veía al dormilón.
-Entiendo que cuando te das un golpe, te quedas inconciente, pero ¿dormido? Definitivamente Nefarian es un chico muy raro – dijo Janiz.

Roger cogió de la manga a Nefarian y jaló de él, hacia arriba. Este se desperto en el acto e instintivamente, golpeó en la cara a Roger, que rugió por el fuerte golpe recibido.

-¿Qué quiere? – pregunto con ¿educación?
-¿Cómo que qué queremos? – Janiz se quedo boquiabierta.
-¿Qué deseáis vos? – volvió a preguntar.
-El golpe tuvo que ser fuerte hasta para un vampiro – dijo Roger mirando mal al confundido Nefarian.
-Creo que se cree que esta en la edad media o algo así – susurro Janiz observandole y analizandole con la mirada.
-¿Qué queréis? – volvió a preguntar cada vez más enfadado.
-¡¡¡Nefarian es un campeón!!! – dijo Janiz en un grito.

Nefarian le miro con los ojos entrecerrados, justo cuando una sacudida le recorrió el cuerpo, para luego caer al suelo.

-Ya esta – dijo Roger.
-Le debemos una a ese nuevo brujo ¿eh? – decía Janiz con una sonrisa socarrona.
-¿Qué le vamos a deber si esta en el otro mundo? – gruño Roger.
-Era broma – dijo ella a la defensiva.
-Pues no la he entendido.
-¡Porque tú no piensas!
-Cierto…
-¿Qué pasa? – pegunto Nefarian apoyándose sobre sus codos en el suelo.
-¡Hola Bella Durmiente! – sonrió Janiz mientras extendía el brazo para ayudarle a levantarse.



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