Sabía que si daba la vuelta y avisaba a Nefarian, el cazavampiros se dará cuenta de que le he visto y reconocido. Pero si no lo hacía, podría matarle. Era correr un riesgo muy grande, pero no había más opción. Di media vuelta y corrí muchísimo más rápido que antes. Pase delante del callejón y el cazavampiros no estaba ¿Dónde se habrá metido? Volví a poner a correr cuando pude ver a Nefarian caminando despreocupado mirando al cielo.
-¡Nefarian! – grite llamando su atención.
Nefarian solo movió la cabeza sin dejar de caminar. Al verme se quedo quieto. Cuando estuve a su lado, apoye mis manos sobre mis rodillas, respirando fuertemente. Empecé a toser un poco pero luego se me paso. Nefarian me miraba asombrado y luego sonrió.
-¿Y a ti que te pasa? – dijo agachándose a mi altura.
-El… el – fue lo único que logré pronunciar entre tanto recuperar el aliento.
-¿El…? – dijo esperando la continuación.
-…cazavampiros nos siguió – dije levantándome y poniéndome recta.
Nefarian me miro boquiabierto y luego de manera disimulada, observo los alrededores. Nos encontrábamos en una parte llena de restaurantes y tiendas. Nefarian me agarró de la muñeca, me señalo una pizzería e insinuó que entráramos.
-Vamos, así podré mirar desde la ventana donde esta ese bastardo – susurró mientras tiraba de mí hacía la pizzería.
Nos dirigimos a la pizzería, cruzando de una calle a la otra. Entremos en el restaurante y nos sentemos en una mesa para cuatro, ya que no había ninguna para dos. Yo me encontraba de espaldas a la ventana del local que daba a la calle, mientras que Nefarian se encontraba enfrente de mí mirando a través del cristal.
-¿Le ves? – dije tras unos minutos.
-No. Pero no nos confiemos – dijo susurrando – Dile a tu hermano que vas a cenar conmigo en esta pizzería ¿vale?
-¿Contigo? Mi hermano se va a volver loco. No te conoce de nada – dije cogiendo el móvil.
-¿Qué quieres que le haga? Es tu hermano, y yo tampoco lo conozco de nada – dijo mientras con un chasquido llamaba la atención de un camarero.
El camarero vestía con una chaqueta elegante de color rojo y blanco con el pantalón negro. En una mano que tenía pegada al torso, tenía un mantel, y en su otro mano llevaba una libreta y un bolígrafo (¡Que complicado se lo pone él mismo!).
-¿Qué desean? – dijo el camarero cogiendo el bolígrafo con la mano del mantel.
-Tú primero – dijo Nefarian que solo yo podía escucharlo.
-Pues, una ensalada mixta – le dije al camarero.
-¿Estás a régimen? – pregunto Nefarian con la misma voz de antes.
-No. Es que no me gusta demasiado la pizza – respondí mientras el camarero se impacientaba porque termináramos de hablar y dijéramos de una vez lo que queríamos.
-Ah… Yo quiero una pizza marinera y de bebida una cola – dijo Nefarian sonriendo.
-¿Y la señorita que quería de beber? – dijo el camarero forzándose en sonreír.
-Lo mismo que el señorito – dije sonriendo de verdad al camarero.
El camarero frunció el seño y luego siguió su camino hacia la cocina.
-¿Lo mismo que el señorito? – pregunto riendo Nefarian.
-Bueno, la gracia era para el camarero. Aunque no sea reído – susurre.
Cuando nos llegó la comida, me limite a comer, al igual que Nefarian. Mientras él se comía un trozo de pizza, un trozo de pimiento casi se le cae de la boca. Nos reímos, pero repentinamente a Nefarian se le pusieron los ojos como platos.
-Ahí esta – murmuro Nefarian.
-No me acojones – dije mientras intentaba que no me castañearan los dientes.
Nefarian no dejaba de mirar a través de la ventana.
-Al menos podrías disimular ¿no? – pregunte.
-Ya lo sé. Pero es que no esta solo – dijo sin dejar de mirar.
-¡¿Qué?! – grite desesperada.
La gente nos miro y yo pedí disculpas.
-¿Cuántos? – pregunte. Nefarian los contó.
-Unos tres… no estoy seguro – dijo llamando al camarero para que traiga la cuenta. Luego volvió a mirarme – Dame tu número de teléfono. Y luego, sal por la puerta como si nada y lárgate ¿vale?
-No – susurré enfadada – Soy humana, si consigo convencerlos de eso, creerán que tú también lo eres.
-Lo dudo. Yo fui el de la acrobacia. Desconfiaran de mí – dijo mientras pagaba al camarero - ¿Seguro que quieres venir?
Yo asentí mientras él se levantaba.
-He venido antes a este restaurante. En el baño de los chicos hay una ventana encima de uno de los vates privados. Saldremos por ahí – dijo señalándolo con la cabeza – Cuando nadie mire. Entra en el de los chicos.
Me daba algo de fobia, que sea en el de los chicos, pero era la única manera. Asentí y me levanté tras él. Nefarian fue el primero en entrar, segundos después entré yo. Nefarian abrió la puerta y luego con el codo rompió el cristal. Me indico que subiera al vate y luego saliera. Hice lo que me dijo, y cuando salí por la ventana me caí en un callejón. Al principio creía que me había roto una costilla, pero solo me hice un moretón. Me puse a esperar a Nefarian, pero este no salió. Entonces empezó a gritarme.
-¡Corre! ¡Vete a tu casa Janiz! – grito.
Me quede asombrada y por un momento mis piernas caminaron solas, pero antes de salir del callejón, me lo pensé mejor y entonces decidí que debía ayudarle. Me acerqué al contenedor que había en el callejón y busqué algo con lo que pegarles. Encontré una sartén gigante (De pizza) que no sé porque habían tirado. No me lo pregunté más veces. La agarré fuertemente y me dirigí a acabar aunque sea con unos de esos 3 cazavampiros. Cuando salí del callejón, pude ver a uno de los cazavampiros en el callejón de enfrente del local. Estabas de espaldas a mí. Por el humo que salí de él, comprendí que estaba fumando.
Me acerqué sigilosa, casi llevando a rastras la sartén. En cuanto vi que nadie del restaurante miraba, y que él tampoco me miraba ni notaba mi presencia; levante la sartén como un bate de béisbol y la estampe contra el lado derecho de su cabeza. El hombre cayó soltando un chillido de dolor. Estaba bocabajo, pero enseguida se dio la vuelta, y al verme buscó una pistola, pero no le di tiempo a eso. Esta vez levante la sartén sobre mi y le di de lleno en la cara. Cuando aparte la sartén, vi que estaba inconciente, y a juzgar por como le sangraba la nariz, supe que se la había roto.
-Que pena que no este despierto para escuchar el clásico “Me has partido/roto la nariz” – dije riendo orgullosa por lo que había hecho.
Ahora que me fijaba, el hombre era de pelo gris, pero no era viejo. Tenía entre 30 o 35 años. Pero no era tiempo para contemplaciones. Si quería salvar a Nefarian tenía que darme prisa. Sabía que no podía entrar con la sartén en el restaurante, así que lo deje, tenía que valerme con mis propias manos, y eso era algo difícil de imaginar en mí. Si salgo viva de esta y encima ganó a otro de esos matones, si contará esto a alguien, nadie me creería. Excepto que se lo diga Jeremy y este Nefarian para aprobarlo.
Me deje de idioteces y entre en el restaurante. Sabía que dentro de los baños había 2 hombres (al tercero lo he dejado lo suficiente inconciente para que no se levante. Y si lo hace tendrá un fuerte dolor de cabeza y una nariz rota), me quedaba la idea, de que atacaría a uno y Nefarian al otro. Abrí un poco la puerta del baño de los chicos y pude ver a los hombres y a Nefarian. Los dos hombres estaban de espaldas a la puerta (¡Perfecto!) y Nefarian podría verme, si no fuera porque esta intentando que su mirada asesina acabe con alguno de esos locos de negro (¡Lo juro! Salen de Matrix. Morfeo no los vigila lo suficientemente bien). Abrí al puerta completo y antes de que pudieran virarse, me lance sobre uno calvo y rellenito que estaba a mi izquierda y le agarre del cuello, mientras él se resistía he intentaba cogerme. Nefarian hizo como pensaba y cogió al que llevaba la pistola, le dio en la mano, provocando que la soltara y cayera al suelo. Yo seguía con el gordillo.
-¡Estate quieto pedazo vaca! – grite al gordo.
-¡Chiquilla entrometida! – gritaba este en respuesta.
Cuando por fin consiguió tocarme, me agarró de la chaqueta y me tiró al suelo. Me di contra el duro suelo en la espalda, y cuando fue a agarrarme, al agacharse, le pegue una patada en sus partes vitales. El gordillo cayó de rodillas sollozando y con al cara roja. Sabía que era mi oportunidad y le agarré de los hombros, me impulse con el suelo y le pegué un rodillazo en la cara. El gordillo cayó al suelo inconciente. ¡¡Genial!! Hoy era mi día. Cuando me di la vuelta para ver como le iba a Nefarian, vi al cazavampiros que vimos al principio del día en el suelo con la cara empapada.
-¡Menos mal que era un baño! – dijo Nefarian sonriente.
Después de aquello; llamé a la policía diciendo que unos hombres de negro me habían atacado. La policía me tomo declaración, la cual me invente por completo: Yo era una chica que fue al restaurante, que cuando se dirigía al baño de las chicas, el hombre gordillo, me jaló hacia el de los hombres y me apuntaron con una pistola. Les dije que Nefarian vino conmigo y me ayudo a librarme de ellos. Como los testigos estaban fijos en lo suyo, no pudieron negarlo. Mientras que los idiotas de los cazavampiros seguían en lo suyo de decir que perseguían a un vampiro y que la chica (yo) se entrometió y que ellos no hicieron nada. Mientras que el primer cazavampiros que nos encontramos no era en realidad ningún policía. El hecho de decir que perseguían a un vampiro, provoco que los policías se rieran de una manera que dejaba a la comisaría entre carcajadas. Dejaron a esos locos a un centro psiquiátrico y nos dieron una felicitación por nuestra valentía al defendernos de aquellos bárbaros que iban fuertemente armados. Estaba claro que nunca iba a olvidar ese día. El día en el que Janiz Stark, venció a tres cazavampiros, aunque exactamente yo solo había vencido a dos.
El problema no era ese. Si no que mi hermano se entero y vino como un loco sollozando a la comisaría. Un policía me dijo que eso era normal en un hermano al que solo le quedaba alguien como yo. No solo vino Jon; también vinieron Jeremy, Lucas y Jessica. Los dos últimos venían regodeando a la gente de que yo había vencido a unos chiflados con pistolas y que era su mejor amiga. Jeremy al principio se enfado diciendo que era una idiotez que hubiera vuelto a ayudar a Nefarian cuando lo que había allí eran cazavampiros, cosa que también me había replicado el propio Nefarian. Aunque luego suspiro alivio y se alegro de que estuviéramos bien los dos. Aunque me advirtió que no fuera más con Nefarian, claramente, mentía.
Al día siguiente las clases fueron igual que siempre. Si no fuera porque ahora la gente me felicitaba por lo que hice. Me parecía increíble ver como me felicitaba hasta el director. Supongo que no todos los días se vive algo así.
-¿Qué? ¿Aprovechando tu mediocre popularidad? – pregunto sacándome de mis pensamientos Melanie.
-Bueno, es mejor que tu popularidad ya que le caigo bien hasta al director, así que dime como es tu popularidad – dije sonriendo como si ella fuera ignorante.
Ella solo pudo soltar un gruñido y luego dio media vuelta, con las animadoras
siguiéndola. Eran penosas.
-Oye Lucas – dije llamando su atención mientras este miraba el libro de Química.
-¿Qué quieres? – dijo cansando y sin dejar de mirar el libro.
-¿Cuánto tiempo llevas estudiando? – dije mientras miraba su libro.
-Contando las horas de ayer… 7 horas – dijo al principio tranquilo, luego se llevo las manos a la cabeza, se levanto de la silla y chillo: ¡Y aún no me lo sé!
Todos los de alrededor le miraron asintiendo, todos estaba igual de acorralados con este examen de Química.
-¿7 horas? Seguro que te lo has aprendido pero lo has dejado en el fondo más profundo de tu subconsciente – dije dándole un ligero toque con los nudillos en su cabello moreno.
-Ya quisiera yo – dijo mientras se volvía a sentar y miraba otra vez el libro – Tienes suerte de no estar en mi clase de Química. No solo vamos atrasados si no que los exámenes son imposibles de entender, al igual que el profesor.
-No creo que eso sea tan malo – dije sonriendo.
-Cámbiame la clase – dijo Lucas en un tono serio.
-¿Es una broma? – pregunte sorprendida.
-Pues claro que sí – dijo mirándome durante un segundo y volviendo su vista otra vez al libro.
De repente vi a un profesor acercarse al tablón de anuncios del aula de descanso, estaba colocando algo. Cuando el profesor se fue, me levanté y me dirigí al tablón de anuncios con otros alumnos a ver de que se trataba. Mi cara de asombro y felicidad me habían delatado. El anuncio ponía lo siguiente:
¡El periódico escolar llega al centro Venrio!
El centro Venrio, a accedido a crear un periódico escolar para todos los alumnos que deseen tener algo que leer y dejar sus dichosos móviles y MP-noséque- (Que están prohibidos). Los que quieran participar, tendrán que ir a la nueva aula de informática, donde tendrán que hablar con el encargado del periódico. Allí, él decidirá si pueden unirse, y según lo que digáis, él os asignará al apartado del periódico lo que crea conveniente para vosotros.
Y no solo eso, si no que los que sean reporteros del periódico, tendrán derecho de usar esa y las demás aulas de informática por las tardes, con un carnet que se les entregará. Así no les hará falta tener un permiso mío (Director). Espero que esto los ayude y puedan disfrutar.
Atte. El tío más chachi del centro, el Director.
P.D.: Solo se podrá ir a la aula a partir de mañana Martes.
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