sábado, 7 de enero de 2012

Capítulo 14 - Solo

Marcus sintió un escalofrío, el primero que sentía en años. Hasta ahora, nunca se había percatado del miedo que trasmitía la sonrisa de Edward. El problema no era solo el hecho de todo lo que acababa de decirle el que creía su amigo, el problema era el simple hecho de que Edward estaba dispuesto a matarle y era más fuerte que él, y aunque pudiera, Max estaba detrás de Edward, dispuesto a defender al que supuestamente es su jefe.

-¿Me temes? – interrogó Edward casi con burla.

El silencio de Marcus se intensifico, por lo que dejaba claro que no estaba dispuesto a responder tanto un “no” mentiroso, como un “sí” de desventaja. Eso pareció enfadar a Edward, que hizo una mueca de disgusto y pizca de enojo, aunque Max parecía divertido por la situación en la que se encontraban. Un suspiro se escapó de los labios de el que decía ser teniente de la Orden de los vampiros, como si le cansará la situación o se estuviera aburriendo. Las dos cosas eran un problema para Marcus, porque, mientras Edward le traicionaba, contaba con la ayuda de Max; mientras que él… estaba completamente solo: Roger y Janiz le habían abandonado y ahora estaban inconcientes, sin contar que Ricky y Martín se encontraban muertos. Pero el silencio se cortó cuando Max abrió la boca para decir una tontería:

-Si no respondes, es porque le temes.

Un sudor frío le recorrió la espalda, en el mismo momento en el que Max se había colocado en un rápido movimiento tras él. Fue a reaccionar cuando por delante, Edward le cogió del cuello y lo elevó, dando una gran distancia del suelo. Marcus no era tonto y se resistió, aún sabiendo que Edward era muchísimas veces más fuerte que él. Pataleaba y se quejaba, mientra que con las manos intentaba alcanzar su cuchillo, pero su fuerza se debilitaba por momentos. Todo lo que hacía, provocaba que la sonrisa de Edward agrandara y empezará a reír levemente. Aunque Max no podía evitar parar de reír; se divertían viéndole sufrir.

Esa situación le había hecho replantearse seriamente lo que había estado haciendo todos estos años. El sufrimiento y la tortura no se podían tomar en broma, pero él si que se lo tomaba así. Edward si sabía lo que era, todos los vampiros de la Orden sabían todo por lo que había pasado, Marcus no era la excepción en saber lo del teniente. ¿Acaso eso le había hecho ser como era? Aún recordaba la primera vez que había sufrido, un recuerdo que siempre quiso olvidar, porque estuvo al borde de la muerte.

Si no recordaba mal, fue nueve años antes de ser vampiro. En ese momento, no había llegado siquiera a creer que existieran esos seres.

Él mismo paseaba por su casa, mientras que rozaba con la yema de sus dedos, las paredes del largo pasillo en el que llevaba media hora dando vueltas. Fue entonces cuando su hermano entró en la casa, totalmente mojado y empapado en agua, dándole a suponer que en la calle llovía bastante. Eso le alegro y decidió salir a la calle, aunque su hermano le recriminará que saliera y se pusiera enfermo. Él no hizo caso.

Como él pensaba, las calles estaban mojadas a más no poder, y con el agua corriendo por ellas o entrando en las alcantarillas. Pero lo que le importaba era que llovía, que podía dejar de pensar en que ya había suspendido cuatro materias y tendría que recuperarlas para obligarse a si mismo a no repetir. Caminó con paso ligero por las aceras, riendo como un loco y la gente mirándolo como eso. Hasta que no lo vio venir…

A partir de ahí, solo fue borroso. La espalda le dolía. La sangre se juntaba por salir de su boca. La gente se encontraba amontonada a su alrededor intentando reanimarlo. Hasta que se percato de la palabra clave que decía lo que había pasado…

Atropello.

Edward empezó soltar su agarre, para impulsarlo contra un montón de probetas que había allí.

-¡¡Oye!! ¡Que eso si que es mío! – se quejó Max al ver como la mitad se hacían añicos.

La mirada de crueldad que le lanzó Edward como respuesta, ahuyentó las ganas de enfadarse que tuviera Max. Marcus solo intentó levantarse en un intento furtivo, pero el cuerpo estaba paralizado más por miedo que dolor. La suerte no estaba de su lado, eso seguro. Si algo sabía por seguro es que iba a morir ahí y ahora, pero lo haría defendiéndose con el orgullo herido y la venganza por todo esos años engañado en una amistad falsa.

-Fui el líder de este grupo por algo… - masculló levantándose con fuerza de voluntad.

Edward pareció escucharlo, porque rió gravemente y con un leve toque a prepotencia.

-¡Sí! ¡No era “por algo” era “por alguien”! ¡¡Yo!! – gruñó mientras se acercaba a él y le pegaba un puñetazo en la cara.

Marcus le devolvió el golpe y seguido le agarro de los brazos, para pegarle un rodillazo en el estómago. Edward no lo recibió con gracia y le volvió a golpear en la cara, pero luego le pegó otra vez en el estómago, para después darle una patada en la rodilla, haciendo que tambaleará y casi se cayera. Pero no cayó, porque Edward detuvo la caída pegándole un rodillazo en la cara. Max se divertía y se molestaba consigo mismo por no haber traído palomitas o un refresco para ver el espectáculo.

-Sabes que no puedes contra mí – le dijo Edward en un susurro al lado de su oído – No podrías ni con Roger.
-Pues yo te lo traje – rió escupiendo sangre.
-Es posible que haya sido porque estaba furioso y eso le cegaba.

Marcus se cabreó y le pegó un puñetazo en la barbilla con tanta fuerza que hizo que Edward volará, literalmente, hacia arriba. No esperaba que al caer, lo hiciera transformado y encima de él.

-Si hubiera barro en el suelo, sería perfecto – se divertía Max.

Edward aprovecho que estaba sobre él, para poder pegarle repetidas veces en la cara. Marcus casi no podía defenderse, por lo que en un descuido, saco su cuchillo del bolsillo y le hizo un corte limpio en el cuello a Edward. Este tuvo que reaccionar tapando la herida con una mano, impidiendo la hemorragia que se avecinaba. Marcus aprovecho y, forzando la pierna, levantó a Edward, para volver a estar ambos de pie.

-Menuda mierda me has hecho el cuello ¿eh? – parecía reírse Edward.

A Marcus no le hizo gracia alguna y coloco delante de su propia cara el cuchillo, de forma que amenazará a Edward. Una mueca de falsa impresión cubrió la cara del antiguo teniente. Marcus se dirigió a encajar el cuchillo en el corazón de Edward, pero este no se lo permitió y esquivo el ataque, pero no pillo a tiempo la segunda embestida. El cuchillo atravesó por completo el pecho de Edward, pero no llego ni a rozar su corazón. Marcus abrió los ojos con brusquedad, al notar algo que no iba bien. Escupió un montón de sangre en el suelo, y cuando se quiso dar cuenta, Max terminó el trabajo subiendo su bisturí, cortando el corazón de Marcus en dos…

-¡No salgas! ¡Esta lloviendo! ¡Te pondrás enfermo!
-¡Venga ya! ¿Qué de malo podría pasar?

¿Un efecto mariposa?


Al no haber sido atravesado con una estaca, el cuerpo inerte de Marcus cayó al piso. Max sonrió victorioso mirando el bisturí, mientras Edward solo observaba el cadáver y luego asesinaba con la vista a Max.

-¡¿Qué?! – gruñó él - ¡Te he salvado la vida!
-La cosa me iba bien – zanjó Edward con intención de salir del laboratorio.
-¿Te iba bien? ¡Casi te clava ese cuchillo en el corazón! – se enfado.
-Me hubieras revivido.
-¡No me vengas con esas! ¡No voy a estar todos los días reviviéndote porque empieces a dejar de tener cuidado!

Edward ignoró lo último y se dirigió a las celdas. Max no se había porque se dirigía ahí, por lo que le pregunto.

-Marcus dijo que trajo a Roger. Me voy a vengar – le respondió.

Le sorprendió al llegar, que los tres, inclusive Alan, estuviesen concientes y que principalmente el brujo pareciese estar perfectamente. La sorpresa de los tres no se hizo esperar, pero lo que más le impactaba era que estuviese sonriendo.

-¿Qué? ¿No os esperabais verme vivo? – rió Edward cerrando los ojos.
-Yo... yo...
-No hace falta que lo digas, Roger. Tú me mataste. No hay explicación alguna para que yo este vivo. Excepto, la fórmula de revivir que guardaba el difunto Marcus.
-¡¡¿Marcus esta muerto?!! – gritaron los tres con miedo.
-Me lo he cargado – dijo tan tranquilo.
-¿Tú? ¿Por qué? – preguntaba Janiz sin saber como reaccionar.
-Lo estaba utilizando y ya no me servía. ¿Qué iba a ser si no?

Edward parecía estar tranquilo, y hasta contento.

-Eso explica el por qué te dejabas mandar por alguien más débil que tú, como Marcus – dijo Janiz casi con furia.
-Si que eres lista – dijo Edward mirándola con picardía.

Miro de reojo a Roger, que estaba casi en shock. Sus manos temblaban levemente y observaba cada uno de sus movimientos. Si había matado a Marcus, no dudaría en matarle a él por venganza.

-¿Qué te pasa, Roger? ¿Sabes que vas a ser tú el primero de los tres al que tenga que torturar?

Roger solo tragó saliva. El miedo se veía claramente a través de sus ojos. Max ladeó la cabeza y no conseguía comprender del todo, ya que él solo supo que tenía que revivir a Edward, no le dijeron quien le había matado. Y quien lo había matado estaba a punto de entrar en pánico, cuando Edward abrió la celda con fuerza, para entrar dentro. Todos, instintivamente, dieron un paso hacia atrás. Alan reaccionó llevándose la mano a los puntos de la herida cerrada, con miedo a que le volvieran a morder. Janiz, en cambio, miraba de reojo a Roger, asegurándose de que no se dejará llevar por el miedo a morir. Pero Roger solo estaba pensando en lo bien que le hubiera ido si no hubiera sido vampiro, o no hubiera osado tocar a Edward y peor aún, matarlo tras haberlo atacado por la espalda.

-Max – le llamó Edward – Tú te encargarás de Janiz.
-¿Y el brujo? – preguntó este señalando al chico.
-Es el más débil.

Alan se cabreó por eso, aunque a Roger le cabreó aún más que fueran tan desgraciados de ir a por Janiz. No pensaba dejarse torturar tan fácilmente, y mucho menos, que también torturarán a la chica. Primero la convierten en contra de su voluntad y ahora pretendían cargársela, eso no lo iba a permitir. Aunque, ninguno de ellos esperaba que Max hiciese de las suyas y ya tuviera a Janiz cogida por la espalda y estampada contra la pared, en una posición que hacia pensar mal de las intenciones del científico. Alan fue el primero que se movió para hacer algo, ya que no iba dejar que la tocarán con tanta facilidad. Levantó la pierna y se dispuso a pegarle una patada, pero Edward fue más rápido y se la cogió, con una sonrisa de triunfador. Ahora fue Roger quien se dirigió a atacar a Max, aprovechando que Edward estaba reteniendo las patadas del otro chico. Desgraciadamente, Max tenía en su poder el cuchillo de Marcus y no dudo en darse una pequeña vuelta sobre si mismo, para lanzársela a Roger, clavándosela en la pierna y haciendo que cayera.

Segundos después, Alan ya estaba volando contra la pared y Edward cogiendo por la camisa a Roger, haciendo que se levantará con brusquedad. El joven vampiro no se dejo y pateo a Edward en una acrobacia. Alan se levantó con bastante rapidez, sorprendiéndose a si mismo, aunque, no se detuvo a pensarlo dos veces. Corrió a socorrer a Janiz, pero el cuerpo de Roger chocó contra él y ambos cayeron al suelo.

Fue entonces, cuando Janiz no aguantó y pegó un grito que se escuchó por toda la base. Imposible que nadie lo hubiera oído.

-Shhhh – la mandó a callar Max con falsa tranquilidad, al lado del oído de la chica.

Roger estaba cada vez más cabreado, y se preguntaba si Jeremy solo tenía a Janiz como un antojo y tendría que ser él, el que siempre la protegiera. Se levantó, pisando sin querer a Alan, y golpeó a Max, pero se dio cuenta enseguida, de que Edward tenía su puño agarrado y seguido, le impulsó contra la pared, volviendo a llevarse a Alan por delante. Max parecía tener el bisturí aún con él, por lo que lo sacó y apuntó al corazón de Janiz. Fue entonces cuando un disparó sonó…

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