viernes, 11 de noviembre de 2011

Capítulo 2 - ¡Desconocido entra en escena!

Salí de la ducha y me vestí rápidamente. Cuando salí del baño para buscar el peine que se encontraba en mi habitación, me tropecé con mi hermano Jon.

-Te has estado bañando con agua fría, y estamos en invierno. ¿Te quieres resfriar? – pregunto Jon mientras se secaba las manos con un paño.
-La verdad, eso es justo lo que quería que sucediera. ¡No sabes como me alegraría de estar resfriada ahora mismo! – dije mientras me ponía el cinturón.
-¿Por qué quieres resfriarte? Hoy es la fiesta en la casa de tu amigo Larry ¿no? – Hizo una pausa y luego me miro con una mirada cómplice - ¿No tienes pareja, verdad?
-Ya quisiera yo no tenerla – dije mientras me estremecía recordando la pelea de ayer.
-¿Y entonces? – pregunto mientras tiraba el paño esperando que cayera encima de una silla.
-No es por nada que te interese, simplemente no me apetece ir – dije mientras seguí mi paso a mi habitación por las escaleras.

Si una cosa era cierta es que no quería no poder salir de casa con Jeremy sin ninguna excusa decente. Fingir un resfriado era muy arriesgado, ya que al ser un vampiro se podría dar cuenta de los engaños enseguida. Pero, podía intentar coger uno, por lo que no pondría mi vida en peligro. Suspiré cansada y me tiré en la cama con la misma amargura que llevó cargando desde ayer. Si pudiera haber una explicación razonable para sus ojos negros, algo que no tuviera algo que ver con un vampiros ¡¡Los vampiros no existen y no existirán!!

-¡Jon! ¿Vamos está noche al cine? – grite levantándome de la cama.

Oí como Jon subía las escaleras hasta llegar al segundo piso. Abrió la puerta de la habitación y me miro extrañado.

-¿Por qué quieres ir al cine justamente esta noche? – dijo cerrando la puerta detrás de él y apoyándose en ella.
-¿Tienes una cita? – pregunte con recelo.
-Pues no. Ya quisiera yo una. Podría estar pendiente de otra cosa en la vida aparte de buscar trabajo antes de que se nos acabe el dinero heredado o de limpiar las necesidades de tu perrita – dijo señalando a mi perra Trien que salía de debajo de la cama justo en ese momento.

Baje mis manos a la altura de Trien y la subía hacia mí. Trien era un Yorshire Terrier, lo que para mi es la mejor raza del mundo, pero cada uno tiene su opinión. La sujete en mis brazos mientras Jon meneaba la cabeza.

-Sois tal para cual. Ya que estás enséñala ha usar el váter, anda – dijo mientras abría la puerta y se disponía ha salir.
-¿Eso es que vamos al cine? – dije ilusionada dejando a Trien en la cama.
-¡Ja! No pienso gastarme el dinero en esas películas que puedo ver en Internet – dijo mientras bajaba las escaleras.

Se había acabado. Mi última oportunidad de huir de una muerte trágica a manos de un monstruo (se acabo la idea del vampiro) se había acabado. ¡Espera! Si le explico a Jon lo que vi, quizás me obligué a no salir de casa. No, Jon se preocupa demasiado, seguro que llamaría hasta a los militares para atrapar a Jeremy. Aunque, en un principio le tomarían como chiflado. Pero no, no me arriesgare a que haga una estupidez que deje huella en su curriculum. Yo fui la que había aceptado a ver ido con él, y la culpa era solo mía.

Durante el tiempo que esperaba a que fueran las  8 y cuarto, me puse a llamar a todos mis conocidos, a decirles cuanto les quería, ha hacer llamadas inesperadas. Hasta llamé a Stephen, mi mejor amigo, bueno, mi antiguo mejor amigo. Todo fue bien hasta que su novia le comió el cerebro y le convenció que era una mala influencia. Desearía lo que fuera a que volviera a ser mi amigo. Se había cambiado de centro desde que había dejado de hablarme y por eso nunca pude reconciliarme con él.

De repente, el timbre de mi casa sonó. Me despedí de Stephen, cogí mi chaqueta y bajé corriendo por las escaleras. Iba a afrontar mi muerte con orgullo, dando la cara. Abrí la puerta y allí estaba Jeremy de espaldas a la puerta, hasta que se viró al notar que la puerta estaba abierta. Yo vestía con unos pantalones cortos vaqueros y una camisa de tiras de color rosa (¡todo por resfriarme en el último momento!), pero llevaba una chaqueta vaquera negra por si acaso. Mientra que Jeremy vestía totalmente de negro (parecía que venía de un funeral) y tenía la cremallera de la chaqueta hasta arriba.

-¿Vas a ir así? ¿No tendrás frío? – dijo mientras me miraba de arriba abajo.
-No pasa nada. ¿Te importa que vaya a despedirme de mi hermano? Es que se va luego de viaje hasta el miércoles – mentí intentando poder ganar tiempo y despedirme de él.

Jeremy asintió. Yo fui al salón donde Jon estaba viendo la tele y comiendo palomitas. Me despedí de él dándole un fuerte abrazo. Volví a paso lento hacia la puerta principal donde esperaba Jeremy.

Caminábamos por las calles donde había mucha gente (No quería ir a una calle vacía donde me pillará desprevenida). Cada vez que podía me fijaba si por el camino había bastante gente. Si no había la suficiente le indicaba otro camino poblado con la excusa de que era un atajo. Aunque en realidad hacíamos el camino más largo. No podía evitar mirarle de reojo, y cuando lo hacía pude ver como me miraba él también de reojo. Una de esas veces yo me sonroje y él se rió con aire inocente. Pero no, no dejaría que me embaucará. En las películas y libros de vampiros siempre eran personajes guapos y utilizaban su belleza para capturar a sus presas, ¡no me dejaré engañar por él! Aunque… ¡no! He vuelto a creer que es un vampiro. No, no, no…

Aunque eran inconsciente cada vez que mi mente pronunciaba un “no” me ponía a negar con la cabeza y Jeremy me miraba sorprendido (¡Con razón!)

-¿Te pasa algo, Janiz? – dijo con los ojos cerrados y una sonrisa forzada.
-¿Qué? ¡Oh! Nada, nada – dije nerviosa.

Eran las primeras palabras que pronunciamos en forma de conversación que tuvimos en todo el trayecto. De repente, mi corazón se paró… lo que tenía delante era… era…

Las lágrimas se resbalaron automáticamente por mis mejillas.

-¡Es la casa de Larry! – grite sin importarme nada más en el mundo.

La casa estaba a reventar. Había gente en el jardín, en la piscina, trepando los árboles. Pero también había gente dentro de la casa. Desde fuera se oía como la música sonaba fortísima. Entré rápidamente en la casa y distinguía a muchos estudiantes de mi centro. No tarde mucho en encontrar a Lucas. Estaba observando con Larry, su nueva mascota, una iguana gigante que estaba en una pecera enorme sobre una mesa al lado de la tele.

-¿Cómo le has llamado? – pregunto Lucas señalando a la iguana.
-¡Larry! – grito orgulloso Larry – En mi honor.

No tardó Lucas en darse cuenta de mi presencia y se dio la vuelta y fue a abrazarme. Le sonreí notando como me alegraba de verle, tanto él, como a Larry y a esa… iguana. Mi cara paso de una sonrisa a una cara de asco al ver como la iguana se estaba comiendo un grillo que Larry había introducido en la pecera. Pero mejor cambie de tema.

-¿Dónde esta Jessica? – le pregunte a Lucas.
-En el jardín. Dándose un chapuzón con su parejita – dijo frunciendo el ceño.

Una idea bastante rara me paso por la cabeza. Pero de repente me fije en Jeremy. Se encontraba a hablando con un chico castaño de unos 18 o 19 años que tenía una lata de refresco en la mano. Todo era increíble. Nadie excepto yo, suponía el monstruo que podía ser Jeremy. A no ser que… ¡¡ese chico sea también un monstruo!!

No podía creer lo que estaba pensando. No tenía porque ser un monstruo, quizás sea su amigo y ya. No voy a decir que es un monstruo solo porque hable con Jeremy, porque sino todos seríamos monstruos. Salí de la casa y me dirigí a la piscina a divisar a Jessica. Mire por los alrededores de la piscina y no había ni rastro de ella. Ni siquiera sabía con quién había venido para poder preguntarle donde se encontraba.

-¿Me buscabas? – dijo Jessica tras de mí.
-Pues sí. Iba a decirte “hola” ¡Hola! – dije yendo a abrazarla.

Vestía con unos vaqueros larguísimos de color marrón y llevaba un abrigo de cuero, también marrón.

-Lucas me dijo que venías con alguien – dije mirando tras ella intentando encontrar algún chico fornido.

Pero no, lo único que vi fue a Heperi. Un chico que era alto, con gafas y el experto en idiomas de todo el curso. Fruncí el ceño pensando en la idea de que ese fuera la pareja de Jessica. Pero no, era total y absolutamente imposible… ¿o no?

-¿Y bien? – pregunté esperando una respuesta rápida.
-¿Y bien qué? – dijo secamente.
-¿Qué dónde esta tu pareja?
-Es esa que ves detrás de mí.
-Perdona. Hay solo veo a Heperi.
-Es que ES Heperi.
-¿Qué? – pregunte intentando que mi voz no sonará decepcionada ni avergonzada.
-Pues… no tenía pareja y, el era el único libre.
-¿De todos los chicos que hay en el centro?

Ella asintió tristemente y puso los brazos en jarra con una cara más decepcionada y avergonzada que la que había puesto yo antes mientras ellas me decía que Heperi era su pareja.

-Estamos en una fiesta. ¿Y tu reputación?
-Creo que me la olvide en el instituto mientras empezaba a buscar pareja.
-¿¡No habrás bebido!?
-¿Qué? ¡No! Esa idea de no beber hasta dentro de 2 años la mantengo de verás.

Su cara era de una mentira completamente improvisada. Yo me alejé de ella a paso rápido después de agarrarla del hombro y darle mis más sentidas disculpas. ¡Heperi, Dios! El mismo Heperi me miro y me saludo con una gran sonrisa dejando ver sus dientes amarillentos. Pensaba que los listos tenían los dientes bien cuidados. Pero creo que Heperi era la gran excepción en cuanto a los listos e inteligentes del mundo. De repente, alguien me cogió de la mano y me tiro contra él. Era Jeremy.

-¿A dónde te fuiste? – dijo Jeremy sin soltarme de la mano.
-Fui a buscar a Jessica – dije un poco sonrojada.

Él se dio cuenta y se puso a reír. No pude evitar sonreír avergonzada. Por un momento me sentí como Jessica. Pero pensándolo mejor, no se podía comparar a Jeremy con Heperi. A Jeremy le conocía desde que lleguemos al instituto, pero a Heperi, desde este mismo año. No sé podía comparar. Pobre Jessica.

-Pues tardaste bastante.
-Es que no la encontraba. Lucas me dijo que estaba en la piscina, pero cuando llegué no estaba allí. Es decir, que tuve que buscarla alrededor de la casa.

Jeremy se echo a reír y luego con una sonrisa dijo:

-Con lo grande que es la casa no me extraña. Por cierto, ¿con quién iba Jessica?

Por un momento pensé que era mejor no decírselo porque quería que conservará algo de dignidad Jessica. Pero claro, estaba hablando con un vampiro (¡Monstruo!), si le mentía tenía mi vida en completo peligro, además, ¿qué había de malo en que lo supiera Jeremy? No era popular… bueno, ya era popular por la paliza que le pegó a Ken, pero no para tanto… ¿verdad?

-Bueno, mientras no se lo digas a nadie.
-Mis labios están sellados.
-Es Heperi.

Jeremy soltó una sonora carcajada que llamo la atención de los de alrededor. Jeremy miraba a los demás sonriendo avergonzado. El resto de la fiesta me los pasé hablando con Jeremy y Lucas. A Jessica no la volví a ver. Quizás se había ido por la vergüenza que pasaría. Y a mí me recorría la curiosidad de preguntarle a Jeremy quien era el chico castaño con el que se paso hablando la mayor parte del tiempo. Era extraño, ya que no me lo presento.

Llegando a las 12 y media, me sentía cansada y decidí irme.

-¿Voy contigo? – pregunto Jeremy cogiendo su chaqueta.
-No, no, voy sola tranquilo – dije despreocupadamente.

¡Claro! Para ir contigo ahora que estoy en un estado físico lamentable y mi mente no responde tan bien como antes. Me despedí de mis conocidos y felicité a Larry por la fiesta y me fui. Caminaba por las calles, tranquila, por las calles más cortas para llegar antes. Cuando pasé delante de un viejo edificio abandonado, noté como alguien me agarraba del hombro y me ponía la punta de una navaja en la espalda. Me estremecí completamente asustada y él acerco sus labios a mi oído y susurro.

-En el callejón que hay delante.
-¿Q-qué? – dije mientras las lágrimas resbalaban por mis mejillas.
-¡Que te metas en el callejón que hay delante o te rajo aquí mismo! – gruño.

Hice lo que me ordeno y entre lentamente al callejón. Esto era genial, no me mataba un monstruo (¡Vampiro! Ups no, monstruo, correcto, correcto) sino que me mataba un tío desconocido. Primero me desplumaba mis cosas y luego me mata. ¡Que bonita manera de morir la verdad!

Justo cuando entré en el callejón, él aparto la navaja y me empujo tirándome al suelo del callejón. Él se puso al lado mío. Ahora que podía verle vi como vestía como un vagabundo y sonreía con unos dientes que a la luz de la luna eran más amarillos que los de Heperi (¡Y eso ya es decir mucho!). Cuando estuvo a punto de poner su navaja en mi cara, una extraña sombra cayó del techo y le agarró del cuello. El hombre se resistió, pero la sombra le levantó con una sola mano, luego lo soltó y le dio la vuelta dejándole ver su rostro. Yo desde donde estaba no le podía ver, entre la oscuridad y la gorra que llevaba puesta me era difícil ver bien. Antes de que el hombre alzara su mano con la navaja, le agarró la cabeza y la movió bruscamente de izquierda a derecha, dejando oír un brusco crujido. El hombre cayó al suelo. Estaba totalmente muerto.

-¡Creías que no me di cuenta! – grito una extraña voz familiar.

La sombra se acerco y pude ver como se quito la gorra. ¡Era Jeremy! Genial. Estaba totalmente atrapada. Ahora si quería que el tío me matara con la navaja, pero lástima, estaba muerto delante de mis narices. ¡Ya que estás comételo a él! ¿No?

-Eres muy lista Janiz. Muy pero que muy lista. – dijo mientras me sonreía – Descubriste que era un vampiro.

Vaya. Parece que al final lo que menos esperará que existiera existe (que lío de palabras).

-¿Cuándo te diste cuenta? – dijo mientras se agachaba a mi altura.
-No sabía que eras un vampiro – dije intentando aparentar valentía.
-Pero lo suponías. Me di cuenta de que algo iba mal – Hizo una pausa – Desde que peleé con Ken me ignoraste durante todo el día siguiente. Y encima hoy, cuando íbamos por la calle, evitaste las zonas vacías. Ya en la fiesta no te importo porque había muchísima gente.
-Si hubiéramos… ido por sitios sin gente me hubieras matado – dije sollozando.

Él sonrió otra vez y me agarró, levantándome. Yo me quedé sorprendida. ¿Tan incómodo era morderme en el suelo? Encima tenía que ponerme de pie para que cayera al suelo mi cuerpo inerte ¿no?

-Venga, que te acompaño a tu casa. Allí te das una ducha y luego te respondo a las preguntas que tienes metidas en tu cabeza, que apuesto a que son muchas. Por cierto, no le digas nada de esto a tu hermano – dijo Jeremy mientras me limpiaba las lágrimas con la manga de su camisa, sin borrar esa sonrisa de su cara.

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