Mi vida es la más rara actualmente; mi novio es un vampiro, mi vecina es una niña embrujada, me he cargado a dos cazavampiros y conozco a otro vampiro. Vaya, cualquiera que me escuchará pensaría que estoy loca como una cabra, pero no es así, estoy perfectamente cuerda y sé que lo que me ha pasado en este último mes no es precisamente para aplausos (dudo que sea suficiente para que se lo crean), para eso necesito pruebas ¿qué pruebas? No tengo ninguna, aunque tampoco quiero lanzar los secretos al aire. Si pudiera elegir entre una vida simple y algo aburrida o esta llena de aventuras y peligros; seguiría aceptando esta vida. Ahora me viene a la mente mi hermano, seguro que él elegiría arrastrándome con él a la segura, es decir, la más aburrida que existe…
-¡¡Janiz!! – grito mi compañero.
Estaba sujetando un papel delante de mi rostro. Yo se lo quite de las manos, furiosa y le mire bastante mal. Cuando se alejo de mi mesa, mire fijamente el papelucho, mientras que mis ojos se abrieron como platos al leer lo que ponía esa maldita hoja. Quería gritar algo como “¡¡¡Noooooo!!!”, pero no quiero acabar mal delante de mis compañeros de clase de química. La hoja me pedía (la hoja no, el tío que lo escribió -que debo suponer que se trata del director del periódico del centro- me pedía) que hiciera una entrevista al capitán del equipo de fútbol. ¿Por qué? ¿Por qué lo único que saco en claro ese tío era que me gustaba el fútbol? ¿Adónde va ir una azorada como yo a la cancha de fútbol a preguntarle al CAPITÁN del equipo sobre la racha del equipo? Parecía malvada sabiendo que en el partido anterior que juguemos en casa caímos 1-5. Iría y le diría “¿Qué te parece la racha que lleva el equipo?” Para hacerlo peor me faltaba añadir la palabra “positiva”…
Me levanté de mi silla, recogí mis cosas y fui a hablar con mi profesor de química, que estaba mirando un libro (¡Aunque parezca mentira era un libro de “Crepúsculo”! ¿Me estás gastando una broma, destino?)
-Ejem – dije mientras arrastraba una falsa tos, intentando llamar su atención. La cual no me importaría no volver a llamar en mi vida.
-¿Sí? – pregunto intentando esconder el libro.
¡Tarde! Ya lo he visto so tarugo.
-Tome – dije mientras le mostraba la hoja.
El profesor se puso a leer y luego me miro de reojo.
-¿Y? – pregunto el profesor esperando una respuesta convincente.
-Pues, que el equipo esta entrenando ahora. Como soy reportera tengo el derecho ha saltarme las clases que necesite para hacer mi reportaje – dijo sonriendo malévolamente con un poco de triunfo.
Me miraba mal, muy pero que muy mal. Esa mirada no la había visto ni siquiera en los tíos malos que llevo encontrándome desde que empezó el mes.
-Está bien – dijo devolviéndome el papel de mala gana.
Se puso a maldecir de una manera extraña que yo no lo logre comprender, normal, es que estaba haciéndolo por lo bajo. Salí lo más rápido que pude por la puerta y corrí por los pasillos para llegar a la cancha. Pero claro, las cosas en esta vida no eran tan fáciles. Cuando giré en la esquina de los baños, uno de los chicos estaba saliendo y me choqué contra él.
-¡¡Mierda!! – dije mientras me caía sobre él.
Él me miro sorprendida aún tumbado en el suelo, mientras yo me quite de encima y me sentaba a un lado. Cuando le mire de reojo, me fije en él; era castaño, con los ojos oscuros y vestía con el uniforme del equipo de fútbol. Lo bueno de eso era que es del equipo…
-Perdona – dije sonriendo – A sido sin querer…
-No pasa nada – dijo sin dejar de mirarme sorprendido.
Se levanto del suelo y luego me ayudo a levantarme a mí.
-¿Adónde ibas con tanta prisa? – pregunto mientras yo me quitaba el polvo.
-A la cancha. Tengo que hacerle unas preguntas para el reportaje del periódico a vuestro capitán – dije sacando de la mochila (que se me había caído al suelo en el choque) un lápiz y una pequeña libreta de cuadros.
-Ah – dijo suspirando – Nos dijeron que alguien del periódico le iba a entrevistar. Por cierto, yo me llamo Alan.
Le estreche la mano sonriendo abiertamente.
-Yo soy Janiz – dije mientras le soltaba la mano.
-Te voy a ser sincero, eres muy guapa – dijo sonrojándose.
Debía de ser una broma, la que me sonroje fui yo, fíjate tú si es sincero.
-Siendo sincera yo ahora, tú también – dije sonriendo.
¡Para el carro Janiz! Tienes novio lo suficientemente guapo y peligroso para estar tranquila en tu vida amorosa. No vas a dejar a Jeremy por un chico del equipo que acabas de conocer, no, no y no.
-¿Querrías quedar conmigo después en el aula de descanso? – dijo interviniendo en mis pensamientos.
-Bueno, si. Pero, tengo novio – dijo con una falsa sonrisa de lado.
-No pasa nada – dijo sonriendo plácidamente – No me importa.
-Entonces perfecto. Por cierto, ¿me acompañas a la cancha? – pregunte esperando con unas ansias extremas que dijera que sí.
-Con gusto – dijo haciéndome una reverencia para que fuera delante de él.
Era bastante extraño y demasiado incómodo. Quería profundamente a Jeremy pero es que Alan tampoco se queda atrás en estos minutos que estoy con él. Pero más bien, creo que estoy con Jeremy por miedo a lo que me pueda hacer siendo lo que es. Por lo que siento ganas de pegar al que haya dicho “Lo que importa no es lo de fuera, si no lo de dentro”, es evidente que no sabía de la existencia de los vampiros. Porque, estaba claro, guapos por fuera, demonios por dentro…
-Oye, ¿qué tal es ser reportera? – pregunto curioso.
-Aún no es que llevé mucho tiempo. Solo hace una semana que soy reportera, y hoy es cuando me han encargado este reportaje. Parece que este al ser el primero, me lo preparan ellos, luego tendré que arreglármelas yo – dije suspirando eliminando la carga que llevaba encima.
-Ya veo. Viendo como lo dices suena un poco cargante – dijo mientras soltaba un pequeño gruñido.
Alan tosió evitando que no se le notara el gruñido. Pero, desafortunadamente, yo le escuche perfectamente, mientras le miraba curiosa y asombrada.
-¿Estás bien? – dije mirándole fijamente a los ojos.
Él agacho la cabeza y luego siguió tosiendo, esta vez era real. Volvió a subir la cabeza y me miro un tanto extraño.
-Perdona. Es que a veces tengo un dolor de garganta que me hace emitir sonidos raros al hablar – dijo esquivando mi mirada directa.
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, cuando eso pasa, algo no es que vaya muy bien…
-Sé que no me incumbe. No sé ni porque hablo, pero… ¿no deberías ir al médico? – dije con miedo a su respuesta.
-Cierto. No te incumbe – dijo con un tono arrogante y frío.
Me sentí frustrada y noté como mis puños se cerraban por si solos. Estaba equivocada, él no había hecho exactamente nada, puede ser lo caballeroso que quiera durante unos minutos, pero luego se vuelve un idiota que rechaza la ayuda de alguien que acaba de conocer.
-Sabes – dije socarronamente cabizbaja e intentando sonreír de forma malvada – Levante la cabeza con esa sonrisa y mi mirada se clavo por fin en sus ojos – No sabes en lo que te estás metiendo, ni con quien.
-No me importa – dijo negando con la mano.
-Pues a mi me importa. Me has empezado a dar pena – dije soltando cada palabra como un escupitajo de ácido.
-¡Cállate! Tú tampoco sabes en lo que te metes ¡Niñata! – grito histérico Alan mientras soltaba otro gruñido.
Sonreí por última vez y me dirigí hacia la cancha con él detrás, siguiéndome a una distancia prudencial, mejor para él. Si se mete conmigo, me las pagará y no precisamente sin intereses…
-¿Janiz? – pregunto una voz familiar en cuanto pase al lado de un pasillo a mi derecha.
Me viré ligeramente con cara de pocos amigos y allí estaba el que menos esperaba en este centro. Mi cara cambio de enfado a asombro y alegría.
-¡Hola Nefarian! – chille acercándome a él para abrazarle.
Él respondió al abrazo mientras se reía.
-¿No decías que tú ya no venías aquí? – pregunte mientras me separaba de él.
-Eso decía, pero Jeremy me dijo que sería mejor que viniera, que aprovechará lo que me queda. No sé como he llegado a parar aquí – dijo señalando la mochila que cargaba a su espalda.
Estuve a punto de decir algo cuando note que Nefarian miraba detrás de mí, miré de reojo y Alan le estaba mirando fijamente.
-¿Tú quien eres? – pregunto Alan a Nefarian con cara de pocos amigos.
-¡¿Ya ti que te importa?! – respondió este de mala gana.
-¡Eo! Que estoy aquí – dije intentando que Nefarian se diera la vuelta.
Pero no conseguí nada. Se miraban el uno al otro intentando matarse con la mirada, por una vez, la mirada de Nefarian no parecía la que tuviera todas las de ganar. Alan dio un paso adelante mientras que Nefarian deslizo la mochila desde su brazo al suelo. Algo no iba lo suficientemente bien que yo quería…
-Apestas a vampiro – dijo de repente Alan mientras rompía el silencio.
-Vaya… tenemos aquí a un listillo – gruño Nefarian enseñando los colmillos.
-¿Qué pasa aquí? – pregunte esperando una respuesta que fuera positiva y buena.
-Janiz, esta vez, hazme caso – dijo Nefarian tirándome para ponerme tras él.
-¿Qué pasa? – repetí apunto de sollozar por el miedo.
-Si creías que habías visto todo, te equivocabas, acabas de conocer a un brujo – dijo Nefarian con una sonrisa desesperada.
-¿Un brujo? – pregunte con una lágrima resbalando por mi mejilla.
-Eres más listo de lo que pareces – dijo Alan con una gran sonrisa – Creía que ibas a decir que yo era un licántropo.
-Ese perfume me lo conozco – dijo Nefarian.
-Es una pena – dijo Alan acercándose a él.
-¿Qué quieres? – pregunte intentando que no se me vieran las lágrimas.
-No quiero nada. Mirad, no busco ni pelea, ni enemigos. Quiero vivir una vida normal aún siendo un brujo, solo uso mis poderes para hacer lo que me gusta, ¿sabes? No voy a hacer nada – respondió Alan con una sonrisa que indicaba que estaba diciendo la verdad.
-¿Cómo?
-No voy a hacer nada – dijo mientras se acercaba a nosotros.
Yo me puse al lado de Nefarian, los bastante cerca para que pudiera correr en cuanto lo crea necesario.
-Nunca había conocido a un vampiro – dijo Alan sonriendo orgulloso.
-Y yo a un brujo – dijo Nefarian con la misma sonrisa.
-Yo solo conozco a uno de los dos – dije intentando suspirar tranquila.
-Vaya. Cada vez somos más amigos entre otras especies – dijo Nefarian pensando en el grupo que formaban.
Y era cierto. Éramos un grupo de seres diferentes; una humana (Yo, Janiz), dos vampiros (Jeremy y Nefarian), una niña embrujada (Mi vecina de enfrente, de nombre Elizabeth) y ahora un brujo (Alan)… ¡La liga de los raritos! Si es que, donde este Superman, están los seres especiales…
-Yo ya tengo un nombre, ¡¡Los seres extraordinarios!! – chillo Nefarian en medio del pasillo.
Pasillo… ¡Oh, no! Me olvide de que estaba en el instituto, también de la entrevista, oh… se acabo lo que se daba.
-Esta genial el nombre – dije con prisas – Pero yo tengo una entrevista que hacer al capitán del equipo de fútbol y me queda menos de un cuarto de la hora de clase.
-Es verdad, el equipo, tengo que ir con ellos, o creerán que me he vuelto a escaquear – dijo Alan mientras corría hacia la cancha.
-¡Espérame! – grite mientras iba tras Alan – Adiós Nefarian. Me alegro de que hayas vuelto al instituto.
Corrí por los pasillos tras Alan. No tardemos mucho en llegar a la cancha, que estaba llena de chicos con el uniforme del equipo de fútbol; entrenando, charlando, repasando la táctica. A mi solo me importaba encontrar al capitán del equipo de fútbol; Robbie Lionel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario